Para que tú no llores

¿Quién no ha vivido una situación que hace que la vida de un giro de 180 grados? La enfermedad de una madre, la pérdida de un hijo, las deudas y herencias en negativo, una lotería que llena las arcas de dinero y vacía el corazón de amor, un traslado que obliga a empezar de cero en una ciudad desconocida, un cambio laboral inesperado que te deja en el paro de la noche a la mañana… Absolutamente todo el mundo se encuentra en su vida situaciones no deseadas que pueden provocar dolor, miedo, incertidumbre. A veces las lágrimas rompen ese cristal para limpiar como agua clara esa frustración de no haber sido libre para elegir tu propia desgracia. La que creías que podrías llevar para adelante.

Resulta que tenemos un concepto equivocado de uno mismo. Somos más, mucho más, de lo que sea: fuertes, pacientes, cariñosos, comprensivos, constantes, trabajadores, templados, humildes, confiados. La vida pone situaciones por delante para desarrollar los propios talentos y que uno, año tras año, pensaba no iban consigo.

A veces se quisiera no aprender tan pronto, ni de golpe ni tan seguido. Pero la vida nos va enseñando que los tiempos no forzados por la mano del hombre son perfectos. Con el tiempo comprendes que era necesario vivir lo que viviste, que te cerraran puertas o que insistieran en abrirte otras. Te das cuenta que lo que está para ti será tuyo, y lo que no ni aunque te pongas delante.

No en pocas ocasiones se piensa en el «Y si», se recuerdan fechas que marcaron un antes y un después, situaciones que lo cambiaron todo, palabras que pudieron alejar o acercar a personas, realidades y contextos. Lo importante es reconocer en esas dudas un enorme agradecimiento porque todo, absolutamente todo, es para bien. Aunque no se entienda. Incluso si duele y se siente que hayamos podido decepcionar a aquellos a los que amamos. Quien te quiere lo entiende todo y está deseando que vuelvas.

Cuando uno se quita las legañas de los ojos acepta que la vida es compleja para todos. La clave está en la esperanza. Tú no la pierdas. Y si lloras porque la has perdido y crees que ya no hay nada que hacer, recuerda: siempre hay Uno que no se olvida de ti. Para que tú no llores, y si lo haces, que sea de alegría serena.

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12 opiniones en “Para que tú no llores”

  1. Muy bonita reflexión. Aunque nos cueste entender algunas veces las cosas, lo importante es levantarse y entender que todo será por un bien mayor. Gracias, siempre espero los domingos un café con Porras. Besos

  2. Lo que realmente me quedo de este relato, «es que lo que esta para uno esta», y para mi está el tener a la gente que tengo y la paz que me deja todo lo que me rodea.
    Un abrazo fuerte y gracias por formar parte de lo que esta para mi¡¡¡

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