Este año el Colegio Sierra Blanca – El Romeral cumple 50 años y los actos y eventos que están organizando para celebrarlo son tan buenos como el poso y los lazos que construyen en los alumnos que pasan por sus aulas. El último fue el #AttendisTalks protagonizado por Toni Nadal. Dice que su mérito es ser tío de Rafa Nadal, pero es claro que su know-how ha sido un acicate. Él supo inculcar en el mejor tenista español de la historia los principales valores de la vida: verdad, trabajo bien hecho, esfuerzo, voluntad, resiliencia y carácter.
Escuchando su charla se dibujaban en mi mente situaciones, personas, deseos, luchas y alguna que otra toalla sucia en el suelo. Y en esa toalla no me atrevía a distinguir si era mi tesis doctoral o #UnCaféconPorras, pero sentí que una parte de mí tenía la tentación de huir, cansada y agotada mental o moralmente.
Al mismo tiempo que me veía incapaz de avanzar, escuchaba las palabras de Nadal, de Toni, y notaba cómo me ardía el corazón pensando en terminar lo empezado. Entonces, desdeñé esa parte de mí que me traía una y otra vez la idea de abandonar. ¿Dónde quedarían todas esas horas dormidas de menos, las tardes dedicadas a estudiar y las noches o madrugadas a escribir?
Vivimos en una sociedad en la que impera la inmediatez y el placer instantáneo. Un espejismo en el que se puede caer fácilmente. Pero hay que insistir en que toda lucha diaria tiene frutos. Quizá pensemos florecen tardíos, pero es su tiempo perfecto.
Toni Nadal nos recordó que la clave está en tres ideas principales. La primera es disfrutar haciendo bien un trabajo. La segunda es recordar el compromiso adquirido. Y la tercera y no menos importante: admitir la verdad de los propios límites. Solo así seremos capaces de exigirnos bien.
Qué bueno tener un referente como Rafa. No por mí, sino por la savia nueva. Ya no hay pelis como Rocky en las que un cualquiera con esfuerzo y mucho trabajo consigue desbancar al campeón. Hoy vemos muchas historias en la que todo depende de la suerte, el azar. Sin embargo, pocas como la de Rocky, ninguna como la de Rafa. Una vida con un corazón que arde de ganas de seguir entrenando y probando una y otra vez de qué forma se hacen bien las cosas para superar al que tiene más talento que tú.
Quizá el común de los mortales no tengamos un momento épico como Rafa al levantar la copa del Open de Australia. Pero absolutamente todas las personas, todas, con mucho esfuerzo y constancia pueden llegar a cumplir sus metas. Si trabajamos por hacerlo bien, cada vez mejor, no quedará ninguna duda de que si soñamos nos quedaremos cortos.
Hace ya algunos años me fui hasta la comisaría de la Plaza de la Merced y me saqué mi pasaporte. Mi carita de niña miraba muy bobalicona las páginas en blanco de aquel librito de lomo y cubierta azul oscuro con escudo dorado. Y yo, que adoro a partes iguales las películas de acción tanto como las románticas, me acordaba de la película Mientras Dormías. Porque yo también quería un sello de Italia en una de esas páginas. Pero como admitieron a España en la UE, pues a tomar viento el sello italiano.
Busqué opciones para usar el pasaporte, trabajar abroad me valía, aunque fuese Europa. Total, que me busqué un buen listado de medios en Malta aquel verano, que una no es tonta y no va a dejar Málaga para irse a Sevilla en julio y agosto, que eso ya lo hice una vez y casi morí. La cosa es que justo cuando estaba eligiendo qué vuelo pillarme me llamaron para volver a la radio. Y claro, el medio por encima de todo. ¿O era el miedo? Qué más da. El resultado fue que mandé al carajo el pasaporte y el romanticismo, que para Malta ya teníamos aquí a la Cerveza Victoria y a San Miguel.
En esto que mis ansias de usar un pasaporte quedaron en segundo plano. Porque aquí cada uno tiene sus preferencias, y yo desde hace mucho le di la razón a Aleixandre, porque la tenía y a ver qué pintaba yo a miles de kilómetros de mi tierra; Málaga, ciudad del paraíso. Así que ahí tengo mi pasaporte, en blanco y caducado. C’est la vie.
Para mí la palabra pasaporte tenía un encanto especial. Y pasa que llega una pandemia (por no decir panmierda, que hoy me siento un poco disléxica, de lo harta que me tienen unos y otres) en la que renace el Bi-Di dando esplendor a los códigos QR y acabar así de una vez por todas con las cartas de menú plastificadas una mijita mugrientas y con las esquinas «despegás».
Y resulta que ahora sí, que hace falta pasaporte, pero no tiene escudo dorado, no lo expide la policía ni lo sella nadie. Te lo mira por encima un camarero que el pobre está ya un poco hasta las narices de que se le sume otra tarea más, añadida al «Pongáse la mascarilla para ir al baño», además del habitual servir, limpiar, desinfectar y atender a los clientes. Que no es poco ni fácil. Para que después lo pongan a caldo en el Trip Advisor porque sí, porque había ahí un trauma no resuelto.
Y para volver a pillarle el gusto al pasaporte decido retrotraerme a ese programa de la tele que pretendía elegir representante de Eurovisión para la edición de 1971 que se celebraría en la capital irlandesa. Pasaporte a Dublín se convirtió así en el primer Operación Triunfo de TVE que contó con artistazos como Nino Bravo o Rocío Jurado como concursantes. Casi ná. Y su pegadiza sintonía compuesta por Clavell surge espontánea en mi cabeza cada vez que paso por un bar y leo la obligatoriedad del pasaporte.
A Dublín no sé si iré, pero tal y como está la cosa, yo me quedo aquí que como decía Dorothy: «Como en casa, en ningún sitio». Y yo añado que con las puertas abiertas; porque me gusta verme reflejada en el semejante y aprender del diferente. Alto o bajo. Rico o pobre. Enfermo o sano. Pero gente buena, eso siempre. Porque a esta vida hemos venido a vivir, a compartir y a amar. Y cuando a uno le impongan tanto requisitos en la entrada y que no son bienvenidos, sacudámonos el polvo de las sandalias y no volvamos a esa morada nunca más.
En casa somos muy intensos. Todos. Con los chistes, con las anécdotas, con las tareas pendientes y claro, también con el cine. Repetimos películas como quien pide más del plato de comida en casa de la «mamma». En este caso en concreto anoche volvió a tocar Guerra Mundial Z. Si no la habéis visto, os la recomiendo, y no porque salga Brad Pitt, sino porque es una película (adaptación de la novela homónima de Max Brooks) que entretiene y además da lugar a la reflexión. Es una historia apocalíptica sobre un virus que te convierte en zombie; y sí, también sale la OMS. Que por cierto nos reímos bastante con las pifias y los fallos que cometen los que interpretan a los del organismo sanitario mundial, por la referencia vivida en la realidad durante los últimos dos años.
La cosa es que tras ver de nuevo esta película, reflexioné sobre la situación de pandemia, caos y miedo en el que llevamos metidos desde marzo de 2020. Primero el enemigo era un virus. Después, los niños, supercontagiadores. Después lo fueron los gobiernos que nos encerraban y prohibían trabajar y se dedicaban a pasearse libremente mientras el grueso de los españoles estaban solos y confinados haciendo bizcochos y almacenando papel higiénico como para empapelar la Catedral de Burgos. Cuando se abrió la veda, la culpa a los jóvenes, adolescentes malvados y egoístas.
Y siempre, de fondo, la culpa a los incrédulos, que algunos de ellos, los que menos, han decidido no vacunarse. La realidad es que si no buscamos un culpable al que señalar y acusar, el pueblo no duerme tranquilo. Si esto fuera una «plandemia» como dicen unos pocos, se estarán riendo de lo lindo de ver cómo están consiguiendo enfrentar a una misma sociedad y civilización por creerse unos mejores y más listos que los otros. Pero no lo es. Esto es la vida. Virus y bacterias que campan a sus anchas y que todas provocan enfermedades y también provocan el refuerzo de nuestro organismo. La ley de Darwin, la evolución de la especie pasa por enfrentarnos a muchísimas adversidades cuyo resultado no siempre es la vida.
En mi casa solemos decir que para que te pase algo solo hay que estar vivo. Si durante toda mi vida he descuidado mi salud (la física, la mental y la espiritual), ¿es ético señalar a otro de lo que me pase? Un ejemplo.
En una discusión puede ser habitual que perdamos las formas, que digamos algo inapropiado e incluso que gritemos. Y lo justificamos en el comportamiento o las palabras del otro. La verdad es que en todo momento depende siempre de uno mismo las palabras y formas. Será nuestra falta todo lo que salga de nosotros. No de los demás. Sin embargo, cada acción equivocada que cometemos es porque «el otro se lo había buscado». Craso error.
Hoy que tanto se grita eso de progreso y libertad, me parece de risa que justo cuando estaba desapareciendo la línea entre el mundo desarrollado y el subdesarrollado nos empeñemos en ponernos unos por encima de otros. Pero todos somos iguales. Aunque a algunos les pese y se crean mejores que otros, todos somos seres humanos únicos e inigualables. Por muchas normas que nos quieran imponer, el alma no entiende de certificados, razas ni fronteras.
Dicen los modernitos que la supervisión exhaustiva por parte de las autoridades nos permitirá ser libres de volver a nuestra vida prepandemia. ¡Toma del frasco, Carrasco! Y yo me acuerdo de Olé Olé con su No controles. Así que mientras no me lo prohiban, bailaré esta canción a grito pelao como en mis tiempos mozos, cuando el Fraggel Rock era visita obligada en las noches de sábado.
Los juegos de palabras y los equívocos inocentes me resultan de lo más divertido. No es lo mismo Día del Ming (dicho en andaluz) que Diadermine. Que claro, si lo sueltas en un restaurante japonés uno se puede creer que hablamos de un «día de» cualquiera en vez de la marca de crema que se anuncia con una de la contemporánea voz femenina de doblaje que a mí más bonita me resulta. Anécdotas con el lenguaje tenemos a cientos. Dan tanto de sí que llenan secciones y secciones de programas de radio y televisión como el conocido «Momento Teniente» de El Hormiguero.
Cuando se trata de asuntos banales o de entender «Quiero queso roñoso» en vez de «Maybe get a blister on your thumb» en Money for Nothing (Dire Straits) a una le da igual el uso de las palabras, porque al final te ríes. Pero cuando este juego se sube a los estrados y se instala en las bancadas de quienes nos gobiernan, aquí ya me echo a temblar. Y tiemblo porque ahí entramos todos poco a poco hasta que se pierde conciencia del significado real de las palabras.
Este domingo leía en prensa un muy buen reportaje sobre el aborto en Málaga. Sin embargo me quedó una terrible sensación de cómo cada uno contribuye a la deriva de la sociedad a base de construir eufemismos que maquillan la realidad de los hechos. La interrupción voluntaria del embarazo es la nueva forma de hablar de aborto. Palabras inocentes que en absoluto se identifican con el duro proceso de acabar con la vida de tu propio hijo. Si lo desglosamos entenderemos de lo que hablo, a pesar de que está muy bien escogido:
Interrupción: No me voy a ir a la RAE para definir esta palabra. Algo más gráfico. Cuando estas estudiando o trabajando y llama a la puerta el repartidor con ese paquete que esperabas. Te interrumpe. Te corta la tarea, pero en cuanto cierras la puerta, continuas por donde lo habías dejado. Pues eso con el aborto no pasa. Cuando terminas con la vida de ese embrión, único e irrepetible, no se puede reanudar en otro momento. Se termina el embarazo. Punto. No hay vuelta atrás, por lo tanto no se interrumpe.
Voluntaria: Esto es que una mujer decide libremente dar este paso. Y yo esto permíteme lo dude. ¿Qué mujer aborta sin ningún tipo de presión? La mujer siente esa coacción en su entorno; sus padres, su pareja, los amigos, el trabajo, los estudios…, etc. La sociedad te repite hasta la saciedad que tener hijos es una elección, no un regalo. Y claro, si el embarazo no es elegido ni planificado, ¿qué hacemos? La mujer se siente sola, con miedo y sin saber qué hacer. Y la única ayuda que se le ofrece es la opción de abortar. Triste y fuerte a la vez. Me río de lo de sociedad del bienestar.
Si la mujer tuviera apoyo y orientación real en este momento, si la empresa en la que trabaja tuviera alguna ayuda por cada empleada que se queda embarazada o mujer en edad fértil; si ser madre no se castigara socialmente, ¿abortaría la mujer? ¿Acabaría con la vida de su propio hijo? Seguramente no, pero todo por la pasta.
¿Cómo se mueve más rápidamente la economía y algunos se llenan los bolsillos? Pues con quien históricamente ha tenido la decisión de compra: la mujer. Y ahora entran en el mercado los «derechos de la mujer y su libertad sexual»: anticonceptivos, congelación de óvulos, aborto y FIV. ¡Toma ya! Lo más machista que podamos echarnos a la cara. Y encima se nos vende como el feminismo verdadero. «Pabernos matao».
Una vez que nos queda claro que el aborto no es interrupción ni es voluntaria del embarazo, ¿por qué digo que está muy bien escogido? Porque consiguen lo que quieren. Engañar con las palabras. Omitir el deber de socorro que deben cumplir instituciones, entidades y organismos. Obviar la responsabilidad colectiva e individual de nuestras acciones y sus consecuencias definitivas. Dar sensación de falso poder de decisión. A fin de cuentas, dibujar una realidad falsa para el cerebro y el corazón.
Entiendo que anunciar a bombo y platillo medidas por el derecho de la mujer de «matar a su embrión» es fuerte, pero enfrentarse y decidirse a practicar(se) un aborto es realmente un impacto enorme en la vida de una mujer. Sin embargo no se dice. Porque no es lo mismo, es distinto. Me viene ahora la canción de Alejandro Sanz, y qué ciertas sus palabras: Lo importante es la vida, estar unidos aunque intenten dividirnos.
Y para eso hay que ser valiente, coherente y responsable. Llamemos las cosas por su nombre, y si está en nuestra mano, defendamos y protejamos al que no lo puede hacer por sí mismo.
Teníamos pendiente vernos y volver sentarnos en un bar para ponernos al día. Y esta vezhemos querido compartir este rato con todos vosotros. Jorge Porras es una persona a la que hay que conocer porque se hace querer, él lo sabe y se deja.
En esta entrevista espero descubrirte a un ser maravilloso con quien he tenido la suerte de compartir muchos y muy bonitos recuerdos. Un hombre cariñoso, amable, divertido, entregado, trabajador, risueño y luchador. Esta vez he sido yo quien se ha tomado #UnCaféConPorras y es un lujo hacerlo con alguien como él. Gracias Jorge Porras por tu tiempo, tu ejemplo y tú sonrisa.
Jorge Porras: Planteamiento de la trama
P.- ¿Por dónde empezaste en el mundo del cine?
R.- Tenía claro que primero había que formarse. He estudiado en tres escuelas diferentes en estos cinco años y siempre lo he estado compaginando con rodajes y trabajos tanto en cine, televisión y publicidad.
P.- ¿No te llama la atención el teatro?
R.- Es cierto que he tenido poco contacto con él, tan solo en algún momento de mi infancia, pero no por que no me llame la atención. De hecho he estado rodando con Julio Espinosa y él me propuso entrar en su escuela y que formara parte del elenco de Mamma Mía en la adaptación que iba a dirigir este año con gira incluida, pero mi tiempo de excedencia terminaba y le dije que no porque sabía lo que iba a suponer.
P.- Lo tienes muy claro.
R.- El teatro exige más disponibilidad, ensayos casi a diario y un compromiso que yo no puedo darle porque todo esto lo debo compaginar con mi principal trabajo que es el banco. No me gusta comprometerme con algo si sé que no voy a poder cumplirlo.
P.- ¿Se puede vivir del Teatro?
R.- Se vive, pero yo más bien diría que se malvive. Suele ser más habitual elmicroteatro que el teatro en sí. La gente que lo hace, pues sí, se dedican a lo que quieren. Pero te da muy poco, unos 400 ó 500 euros al mes. Cuando no tienes nada, te pones de cabeza sobre las tablas. El teatro es la mejor forma de no perder el hilo y eso es mejor que nada.
P.- ¿Y del cine se vive?
R.- Vivir de la interpretación no es fácil. Es la profesión con más tasa de paro, que puede oscilar en torno al 80 por ciento aproximadamente. Hay gente que ha ganado Goyas y está sin trabajo y en la calle. Creo que la cultura no está lo suficientemente valorada.
P.- Nada que ver con lo que sucede en Estados Unidos.
R.- Para nada. Allí se le da un valor brutal al espectáculo y la interpretación. Y ahora podemos dar gracias porque plataformas como Movistar, Netflix y Amazon han ofrecido bastante trabajo con la producción propia a actores y guionistas. Pero la cara B es que también hay más competencia.
Jorge Porras: Nudo de la historia
P.- ¿Te ronda la mente dejar tu trabajo para dedicarte a la interpretación?
R.- La verdad es que no me lo planteo. Ahora no. Si me hubiera pillado con 20 años me tiro de cabeza y por supuesto que arriesgo; si quiero una cosa, lucho por ello. Pero yo ahora tengo un trabajo fijo y renunciar a él para verme con 40 años sin trabajo por la vida…, me cuesta creerlo.
P.- ¿Ni aunque te ofrecieran el papel de tu vida?
R.- Eso sería muy tentador, pero es que fíjate hasta qué punto es inestable la interpretación que puedes estar varios años en la cresta de la ola con un papel principal en una serie de éxito y después pasas al olvido directamente.
P.- Bueno, pero tú realmente no has parado. ¿Hay un momento clave?
R.- No sé si surge todo de un proyecto en concreto o de no parar. Llevo 5 años dedicándome a una profesión, presentándome a castings y a moverme más;y ya me van llamando de un anuncio, de una serie de televisión. Pero soy consciente de que tengo un trabajo, que es el banco, del que no me puedo desprender.
P.- ¿Cómo lo compatibilizas con el cine?
R.- Como sé que no puedo dejar de mi trabajo priorizo y cuido cumplir mis obligaciones. Lo compagino con el cine tirando de vacaciones o días de asuntos propios; pero llega un momento en el que ya no se puede hacer más nada. He renunciado a buenas oportunidades en interpretación porque el tiempo es el que es y no se puede estirar.
P.- ¿Es entonces cuando decides pedirte una excedencia?
R.- Claro, ya me estaba agobiando porque había renunciado a formar parte de la serie Malaka y a otro proyecto de Mediaset. Y me frustré de tal manera al ver que no aprovechaba las puertas que se me iban abriendo que vi en la excedencia la única opción. Así que renuncié al banco y por tanto a mis ingresos durante un año, el año de la pandemia.
Jorge Porras: Se tensan los conflictos
P.- Vaya puntería.
R.- Muy mala pata. Empecé en septiembre de 2019 pero con el inconveniente que en la época más productiva me pilla la pandemia y el estado de alarma.
P.- ¿Cómo recuerdas el momento en el que la cosa cambia?
R.- Estaba con mi compañero Pablo haciendo una entrevista en Marbella sobre El Culpable y allí nos enteramos que se suspende el Festival de Cine de Málaga. Ya ahí decidimos paralizar el proyecto, porque no sabíamos qué iba a pasar ni cómo iba a afectarnos.
Cartel El Culpable
P.- Ahora es cuando acabáis de terminar la postproducción de esa peli.
R.- Sí, nos ha costado por esta situación pero ya está. El Culpable es una cinta independiente en la que nos hemos unido gente de Málaga de diferentes escuelas de cine; la hemos dirigido Fran Rodríguez y yo; y también la he coguionizado y producido, y vamos a ver qué recorrido tiene por los Festivales a los que la vamos a llevar porque es una película de gran metraje, pero tenemos confianza.
P.- ¿En qué más estás?
R.- He grabado un par de trailers, el de una película independiente y el de una serie. Este último trailer esperamos verlo este mes. Se trata de “La Conexión Tarifa”, un proyecto de serie que se pretende vender a plataformas de producción propia y canales de televisión. Ojalá salga adelante, porque si se compra la idea yo estoy dentro como actor de reparto desde el principio y eso me da mucha alegría.
P.- Además del rodaje de Ivy.
R.- Sí, Poison Ivy es un SpinOff de un personaje de DC Cómics en el que interpreto al personaje antagonista. Y empezamos rodando el final del cortometraje.
P.- Claro, porque el orden del rodaje no es el orden cronológico de la historia. R.- Todo depende de las localizaciones, de las agendas de los actores y rentabilizar los recursos al máximo.
Jorge Porras: Fuera de Foco
P.- Oye me hablabas antes del Festival de Cine. ¿Cómo fue el que se hizo en agosto?
R.- Raro. Acostumbrados a ver tanta vida en el centro, con el Teatro Cervantes y todo lo que había a esta edición ha sido extraño; más exclusivo y cerrado en el Hotel Miramar. Sí que había photocall y exposición de cortos y eventos, pero nada que ver a lo de antes.
P.- ¿Málaga es consciente de que tiene ese engranaje cinematográfico?
R.- Es brutal. Vivimos en una de las ciudades donde se rueda más cine. Hay mucha industria, mucho Teatro, no solo el Festival de Cine de Málaga que es uno de los más bonitos y punteros de España.
P.-Aún así, el Covid está afectando mucho al cine. R.- Muchísimo. Si ya de por sí la cultura estaba perjudicada y con tan pocos apoyos, ahora con esta situación está siendo muy maltratada. No digo que otros sectores no, pero está en un momento muy, muy complicado.
P.- Las ganas tampoco ayudan. ¿Hasta qué punto es importante el ánimo?
R.- Psicológicamente te afecta y te quita las ganas de todo. Los cines están vacíos y aunque se puede seguir rodando y grabando, te corta las alas porque la situación es muy diferente, andando con certificados y autorizaciones para movernos. Hemos estado con Madrid cerrado, ahora nosotros. La situación no favorece en absoluto.
Jorge Porras: Descubriendo al personaje
P.- ¿Tú has sentido miedo? R.- Sí. Cuando vino esto tuve bastante miedo y lo pasé muy mal. Yo era de aquellos que no quería aceptar lo que sucedía, me venía grande estar encerrado. Adelgacé 7 kilos, me pudo la ansiedad y el estrés y no quería comer.
P.- Pero cambias el chip porque te veo y estás estupendo, el verano te ha venido bien.
R.- (risas) Sí, gracias; me ha venido muy bien. Pedregalejo, el paseo marítimo y volver a salir. Fue precisamente que se empieza a abrir ese encierro y nos dejan ir a correr y pasear, cuando le empiezo a ver el color a la situación.
P.- ¿Y tus padres?
R.- Mi madre lo pasó fatal. Estuvo dos meses sin verme y eso lo llevó mal; porque además me llamaba y me decía que si les pasaba algo y sin ver a su hijo, además yo que soy el pequeño. Y es que ha sido muy duro y muy triste lo que hemos vivido de tantas personas que han fallecido y no se han podido despedir. Ese miedo lo hemos tenido todos, los padres y los hijos.
P.- El miedo nos descoloca de una forma abrumadora.
R.- Totalmente, una cosa como esta que llega de la noche a la mañana como quien dice y te rompe no solo los planes, sino los esquemas y como entendemos la propia vida.
P.- Pues hay quien dice que esto estaba preparado.
R.- No creo o no sé ciencia cierta que sea intencionado, lo que sí que creo es que esto ha salido de un laboratorio, eso sin duda. Esto es una cosa con la que tenemos que aprender a convivir y por la que yo creo que todos vamos a pasar, la clave está en sobrevivirlo.
P.- Si te digo la verdad, yo miro el escudo de nuestro apellido y me tranquiliza bastante.
R.- Los dos cavernícolas con las porras, ¿no? (risas) Puede ser, supervivientes a todo, genio y figura hasta la sepultura.
P.- ¿Tienes algún punto débil?
R.- Con la edad me he vuelto más impaciente. Si quiero algo, lo quiero ya. Si quiero hacer un proyecto me pongo a trabajar en el momento, no puedo con eso del “ya se hará”, no; se hace y punto.
P.- La sangre gorda, como el sainete de los hermanos Álvarez Quintero.
R.- (risas) Sí, no queremos horchata por favor. Quizá por eso creo que lo he pasado tan mal durante el confinamiento. Tener que esperar, estar encerrado y que nos no dejaran hacer nada. Y menos mal que participé en un proyecto que hicimos confinados, cada uno grabando con nuestro móvil. Pero aún así, lo he llevado mal.
Jorge Porras: Making off
P.- Este verano también entras a formar parte del videojuego Diana frente al Espejo.
R.- Sí, me sé el guión de memoria. Se puso en contacto conmigo Mª Ángeles Cabrera a través de tu hermana y me explica el proyecto y yo lo veo tan innovador. Estuve en el proceso de selección y dirección de actores y en los ensayos aunque no en todos los que me hubiera gustado.
P.- ¿Estar en este proyecto te ha hecho consciente sobre la violencia en la pareja?
R.- Esto siempre ha existido; por suerte o por desgracia la gente no sabe separar los problemas que le van surgiendo en la vida y lo paga con la gente que tiene cerca que es la que más se quiere y quien más te quiere y cuida; ojalá dejara de ocurrir.
P.- ¿Tienes un truco para relajarte cuando sucede algo que te descuadra? R.- En esos casos me aislo: o me voy a correr un rato o me pongo los auriculares y escucho música que me relaje, que la verdad es cualquier tipo de música porque me gusta escuchar de todo (risas) toda la música.
Fotograma de la serie ToyBoy
P.- ¿Te veremos en un papel que no sea de cine negro?
R.- Estoy acostumbrado a ese personaje de trama policíaca e interpretaciones más crudas. Aunque tú sabes que a mí el mundo épico y bélico me fascina y he hecho terror también, te digo que no importaría nada hacer comedia.
P.- Bueno, lo tuyo con el terror es pasión y te viene de familia.
R.- Sí, me encanta. Eso lo he heredado de mi padre y es uno de los géneros que más me fascina. Aunque he de reconocer que habitualmente los actores vamos encajando en un perfil determinado y ahí nos encasillan es por ejemplo lo que le pasa a Dani Rovira, que es un pedazo de actor y siempre lo vas a ver en comedias; y lo mismo le pasa a José Coronado que suele estar en un cine más crudo y más policíaco.
P.- Ahora que lo mencionas me viene a la mente aquel discurso de Santiago Segura en los Goya haciendo un símil de la trama de Torrente y No habrá Paz para los Malvados, cinta por la que precisamente José Coronado se llevo el Goya a mejor interpretación. R.- (Risas) La trama es parecida pero cambian los puntos de vista y claro, el enfoque y los tipos de personajes.
P.- Ahora que dices tú lo de que cada actor suele encasillarse en un rol determinado; eso pasa también en la realidad; es decir, ¿etiquetamos y encasillamos a la gente con frecuencia? R.- Puede ser, no voy a ser quien te diga yo que no; y además es complicado que te quiten esa etiqueta; pero en el cine no es tanto que el actor no valga para otro papel sino que hay una tendencia de que si alguien está enrolado en un tipo interpretativo concreto; independientemente de que pueda o no hacer un papel distinto, es mejor enfocarse en eso; como si fuese una especialización y bienvenido sea.
P.- Oye, y cuando el guionista mata al actor, ¿cómo le miras a la cara?
R.- A mí me han matado (risas) y es lo que hay. Si es una serie puede no saberse, pero en un corto o una película sí; porque incluso en el plan de rodaje puede estar previsto que haya que empezar a rodar tu muerte y después otras escenas.
Jorge Porras: Los protagonistas
P.- ¿Tú te acostumbras a que te echen piropos? Que te he visto en redes… R.- (Risas) Un piropo sienta bien, mal no te lo tomas. Con la película Akemarropa rodamos en pleno Festival de Cine, y además era mi primer rodaje, recuerdo que detrás de la valla me gritaban “guapo” y me sorprendió muchísimo. Aquel Festival lo recuerdo especialmente no solo por ser el primero sino también porque sin ser nadie estuve firmando autógrafos… No me quiero ni imaginar cuando de pronto te golpea la fama.
P.- ¿Cómo se prepara uno para eso?
R.- Es que eso no es posible si la fama te viene de la noche a la mañana. Por eso yo creo que lo mejor es que la notoriedad te venga poco a poco y que la fama y tú os podáis ir haciendo a esa situación nueva para no despegar los pies del suelo. No lo pienso mucho porque yo solo quiero vivir de esto, aunque también te digo que si fuese un personaje popular no se me iría la pinza. Espero.
P.- Siempre tienes a alguien que te pueda espabilar de la tontería, ¿con colleja o con abrazo?
R.- Sí, tengo la suerte de contar con mi familia o mi pareja; ellos me devolverían a la realidad. Y por eso sin duda me quedo con los abrazos, que sinceros y a tiempo te hacen reaccionar mucho mejor que con una colleja.
Jorge Porras: La clave es un buen guión
P.- En 2016 publicas La Profecía de Mikvar, ¿has pensado llevarla a la gran pantalla?
R.- Uff, eso sería un sueño cumplido, pero lo veo muy difícil; al menos aquí en España. Los medios son muy limitados y ese tipo de cine aquí no se estila. Fíjate que te diría que veo imposible ver ese sueño hecho realidad aquí.
P.- Bueno, y si el primero es el tuyo habrá que intentarlo. ¿Cómo va tu faceta como escritor? R.- Pues mira, ahora la tengo algo parada. De hecho la idea inicial con La Profecía de Mikvar es que fuera una trilogía. Es cierto que tengo desarrollada las ideas del segundo y tercer libro pero no así el manuscrito. También que desde que se publica La Profecía de Mikvar estoy metido de lleno en la interpretación; y la escritura la tengo algo aparcada, pero no olvidada.
P.- ¿Cómo te surge la idea de escribir y publicar un libro?
R.- Pues no fue algo premeditado. A mí me gustaba mucho jugar a los juegos de rol de mesa y yo, como master escribía muchas historias. Primero empecé con boli y papel a escribirlas y eran sobre todo de épicas y de fantasía. Cuando me vine a dar cuenta y leyendo todo lo que tenía, consideré la idea de convertirlo en un libro.
P.- Entonces fue un proceso largo.
R.- Sí, 10 años que se dice pronto, pero no porque tardara ese tiempo en escribirlo, sino más bien el tiempo que pasa desde que escribo la primera historia hasta que me pongo en serio en el ordenador que eso sí sería en 2014.
P.- ¿Qué te dicen en casa de esa explosión creativa y cultural?
R.- Lo que quiere mi familia es que tenga una estabilidad en todos los niveles y que yo sea feliz y consiga lo que pretenda. Ellos también lo están (felices) de verme así y que estoy con la cabeza en su sitio y los pies en el suelo. Vamos, que también están tranquilos de que no se me vaya la cabeza y lo deje todo por el cine (risas).
P.- Pero me dices que por un papel en una serie, no. ¿Quizá en la dirección?
R.- Pues mira, la dirección no lo descarto porque es una forma de hacer un proyecto más mío; pero es verdad que yo quiero enfocarme a la interpretación. Además, mi experiencia en dirección solo ha sido en “El Culpable” y compartida con Fran Rodríguez; pero yo por supuesto estoy abierto a lo que venga.
P.- Según me cuentas te veo sin parar.
R.- Ahora estoy teniendo más oportunidades. Es muy importante la formación continua, estar siempre ahí y compaginarlo con hacer muchos castings y tener muchos contactos; aunque yo creo que la clave reside en crear tu propio cine, no estar esperando a que te llamen; hoy día tú puedes crear tu contenido y no abandonar nunca la cámara.
Jorge Porras: Descubriendo al personaje
P.- ¿Cuándo comienza tu historia con el cine?
R.- Siempre me había llamado la atención y atraído el mundo de la interpretación. Tengo recuerdos de niño de hacer obras de teatro por los pisos, en el cole, pero todo de una forma superficial. Me ha gustado desde siempre pero nunca me había planteado dedicarme a ello como una profesión. Prevalecen los estudios, me había dado miedo y sobre todo por la inestabilidad de la profesión y cara a los padres entendía que había otras preferencias.
P.- ¿Se oponían tus padres?
R.- Jamás, ni se opusieron ni me dijeron que no. De hecho recuerdo con ventipocos años plantearme dedicarme a esto, eché los papeles para la Escuela de Arte e Interpretación pero al no ser admitido entendí que no tenía que perder más tiempo y seguí con mi profesión ampliando habilidades y conocimiento en informática.
P.- Y te pusiste bien las pilas.
R.- Sí, hice 3 másteres en diseño gráfico, y un ciclo superior de administración y finanzas. Fue entonces cuando empecé a trabajar en el banco, pero el cine lo empecé en 2015.
P.- ¿Cómo recuerdas el año en el que empiezas en el banco?
R.- Ese año viví una situación que para mí fue un punto de inflexión que me hizo reflexionar. Aquello me hizo pensar en todo y me dije ¿Por qué no?
P.- ¿Qué pasó en 2012 para que te llevara a pensar en la vida y dar el paso de intentarlo en la interpretación?
R.- Me dicen que tengo un tumor en la cabeza, benigno gracias a Dios, pero que había crecido hasta tener 2’5 centímetros y que me había dañado el hueso del cráneo otros dos centímetros; y para mayor complicación, el tumor estaba pegado a la arteria carótida y había afectado el oído interno y al nervio del trigémino, produciéndome parestesia en la cara. Lo mejor es que era operable y se podía extirpar, pero la parte pegada a la arteria no me la podían tocar para evitar riesgos; el resto fue todo bien.
P.- De ahí que te hablen de la probabilidad de que se reproduzca.
R.- Claro, es verdad que en mi caso fue algo benigno y aunque te dicen que puede que no se reproduzca ni aparezca de nuevo, la garantía de seguridad y salud total no existe. Me voy haciendo mis revisiones y lo vigilo.
Jorge Porras: Una historia con final feliz
P.- ¿Cómo estás?
R.- Hay momentos que estoy mejor y otros que peor; pero se lleva bien. Y todo esto que me pasa me hizo pensar mucho en el cine. Quizá la operación y todo este trance no fue esencial en la decisión, pero de lo que no cabe duda es que fue uno de los motivos para intentarlo.
P.- Una vez más vemos que de lo malo sale lo bueno.
R.- Fue una cosa negativa pero puedo dar gracias porque he podido seguir mi vida; y el cine es una profesión que no tiene edad. Vemos que en todas las historias se necesitan actores de todas las edades; es cierto que es una profesión dura e inestable pero en ella cabemos todos, tengamos la edad que tengamos. Y por eso me lancé con 33 en vez de con 23.
P.- Quizá tenían que pasar esos 10 años para que llegaras donde has llegado.
R.-Claro. Uno no decide lo que le va ocurriendo en la vida, las cosas suceden cuándo y cómo son, pero la actitud con la que lo afronta, sí depende de uno mismo. Y yo llevo 5 años con ese espíritu de lucha. Tengo esa entrega con el cine y la interpretación, aunque esté trabajando en otro sitio, pero mis esfuerzos para dedicarme al cine están, no de la manera que me gustaría pero lo hago en la medida que me es posible.
P.- ¿Cómo se toma el café Jorge Porras?
R.- Intento no tomarlo porque la cafeína me pone demasiado nervioso; y si alguna vez he de pedirlo, que es muy raro; me tomo una nube y ya me pongo como una moto.
Hace unos meses llamé a May Ramírez para pedirle un favor. No la conocía de nada, pero me aseguraron que si alguien podía hacer algo en lo que yo necesitaba, era ella. Así que por mediación de una amiga a la que quiero mucho me dijo: “Cuenta con ello».
Esta admirable mujer desconoce el “no” cuando alguien le pide ayuda. May desprende luz y alegría. Contagia su risa y vitalidad. Para mí ha sido un regalo que May Ramírez, presidente del Club Leones Málaga Ilusión, se haya tomado #UnCaféConPorras. Gracias, por tu generosidad, tu tiempo y por tu entrega hacia los demás. Personas como tú hacen de nuestra Málaga un lugar más bonito.
May Ramírez: Málaga por bandera
P.- ¿Cómo una familia de Loja se termina afincando aquí en Málaga? R.- Es verdad que soy lojeña pero Málaga es mi tierra y la de mi madre. La familia de mi madre se vino para acá y fue entonces cuando mi padre, que vivía en Loja, llegó a buscarla, y no paró hasta que la encontró.
P.- ¡Qué romántico!
R.- Sí. Al final se casaron y se fueron para Loja. Mi padre era veterinario de los pueblos de allí, pero hemos vivido en Málaga. Yo recuerdo que los viernes mi padre nos recogía al salir del colegio y veníamos con el uniforme puesto. Y de esta forma volvíamos el lunes por la mañana temprano para llegar a la escuela.
P.- ¿Cómo es eso de estar a caballo entre dos ciudades?
R.- Realmente el grueso de la vida lo hacíamos aquíporque tanto los fines de semana como las vacaciones de verano, Semana Santa y Navidad eran en Málaga. Y aunque en Loja vivíamos las obligaciones diarias y el colegio, también teníamos conocidas de Málaga que iban allí. Si pasábamos algunos días de verano en Loja teníamos una pandilla muy buena, pero realmente yo me identificaba con Málaga.
P.- Pero sin olvidar Granada.
R.- Eso nunca. A mi padre le tiraba mucho Loja; y al menos un día al mes teníamos que ir a Granada, eso era obligado. Recuerdo que era siempre igual: visita a Fray Leopoldo y por el camino nos contaba la misma historia: que estudió en el Sacromonte, las gamberradas y travesuras de su época… Y eso ocurría en cada visita, una vez y otra. Nosotras lo sabíamos de memoria, pero a él le hacía ilusión y mis hermanas y yo lo escuchábamos. En aquella época tú no podías decir “no vamos”, así que había que ir sí o sí (risas).
P.- ¿Tú has llevado a tus hijos?
R.- Sí. Fíjate qué cosa que cuándo tenía algo importante que pedirle iba con mis hijos; pero con mi padre íbamos tuviéramos algo importante o no, porque mi padre era devoto y había que hacerle una visita al Fraile. Pero luego cambié, no había que ir solo a pedir, sino por la querencia de visitarlo, como hacía mi padre; ir a verlo porque sí y no solo porque quieras pedirle algo a Fray Leopoldo. Pero es cierto que vamos poco, yo no consigo ni la cuarta parte que conseguía mi padre, mi generación no es la de mis hijos.
P.- ¿Cómo te plantas en Madrid?
R.- Cuando estudiaba Económicas empecé a trabajar en una agencia de viajes. En cuanto acabé me propusieron irme a Novotel Barajas en Madrid. Y allá que fui. Pero quería volver a mi Málaga. No lo pensé cuando me proponen estar en el equipo de apertura de Novotel Mijas, en donde estuve casi 3 años hasta que entré en lo que ahora es Carrefour, el antiguo Pryca Alameda.
May Ramírez: Conciliación y Renuncia
P.- ¿Qué trabajo hacías allí?
R.- Era jefa de sección de administración y supervisaba el control del lineal de caja, era un puesto de responsabilidad y tenía que ir con un busca, que sonaba cualquier día y a cualquier hora. Hablamos de un tiempo en los que los móviles no se usaban como ahora.
P.- Conciliar esa disponibilidad total con la familia y en aquella época no sería fácil.
R.- Nada fácil, de hecho cuando llegó mi hija Paula yo no la veía prácticamente nada porque tanto cuando volvía del trabajo como cuando me iba por la mañana temprano, ella dormía.
P.- ¿ Planteaste conciliar de alguna manera?
R.- Sí, pero en mi puesto la reducción de jornada no era posible así que me propusieron hacer jornada continua. De modo que salía de trabajar a las 4 y salvo alguna emergencia o caso puntual, yo tenía las tardes libres para estar con mi hija.
P.- ¿Qué supuso esto para ti?
R.- Un regalazo. En aquel entonces eso no se estilaba. Me daban la opción de no trabajar por la tarde siempre que en mi departamento estuviera todo bajo control. Eso no es lo mismo que estar todas las tardes. A mí me dio la vida. Pero claro, se unieron en la petición todas las responsables del lineal de caja en Sevilla, Córdoba y otras provincias y fue ahí cuando me pidieron que me tenía que incorporar de nuevo todas las tardes.
P.- ¿Qué pasó?
R.- Que renuncié a mi trabajo. Y se volvieron a portar muy bien conmigo. Formaba parte de un equipo formidable que me trataba muy bien; y cuando me fui eso se mantuvo: me dieron todos los incentivos que me tenían que dar, no tengo ninguna queja.
P.- ¿Te arrepientes de la decisión que tomaste?
R.- Hoy por hoy veo que hice el tonto porque tenía un trabajo muy valorado que me encantaba en el que además contaba con un equipo de gente maravillosa y cuando tú te vas de un trabajo por ser madre y te pasan determinadas cosas en tu vida personal, pues te queda el sabor agridulce de que has cometido un error.
P.- ¿Lo dejaste para dedicarte por completo a tu faceta como madre?
R.- Bueno, yo dejé de trabajar un viernes para empezar un lunes en la empresa de mi marido, pero con la flexibilidad horaria que buscaba y que Pryca no podía darme.
P.- Con tu hija tan pequeña y pudiendo quedarte un tiempo sin trabajar, te reincorporas a la rueda muy rápido.
R.- Sí,yo creo, y es mi opinión, que para realizarte y ser feliz debes saber compaginar la vida como mujer madre y como mujer trabajadora. Lo digo desde mi experiencia y después de lo que yo he vivido.
P.- ¿Te refieres a evitar la frustración?
R.- Claro, es que ese sentimiento no aparece de pronto sino con el paso de los años. Cuando los niños son pequeños no te das cuenta porque realmente no hay tiempo de analizarlo, pero cuando los hijos crecen, si la mujer no se ha visto realizada en su experiencia profesional puede no darle a los hijos ese valor a la independencia y al crecimiento personal que se consigue a través del trabajo.
P.- ¿Por qué dices que hiciste el tonto?
R.- Porque yo tenía un puesto muy bueno y con categoría muy conseguida en un departamento como Jefe de Sección de tipo Administrativo y trabajaba codo con codo con el Jefe de Proveedores y el Jefe de Personal. Para lo joven que era hablamos de un nivel muy grande en una empresa como aquella. Y recuerdo que firmé muchas cartas de renuncia de traslado para subir categoría por mi familia.
May Ramírez: Desarrollo profesional
P.- Pero no pensabas en lo que podía ocurrir.
R.- No. Nunca puedes predecir lo que el futuro te tiene preparado. Cuando con los años ves que te has separado, que cometes el error de dejar esa trayectoria profesional independiente de la empresa de tu marido para precisamente ir a trabajar con él, pues te preguntas mucho.
P.- Preguntas como dónde podrías haber llegado si no hubieras renunciado.
R.- Efectivamente, y a esto se suma cómo he sido educada. Mi padre, de 11 hermanos, fue el único que estudió. Y su empeño con mis hermanas y conmigo era facilitarnos una carrera para que tuviéramos todas las herramientas posibles ynunca dependiéramos económicamente de otra persona.
P.- ¿Qué mensaje te da todo esto?
R.- Mi padre tenía razón. Y así se lo he querido transmitir a mi hija, que no renuncie como yo hice. Así ocurrió con su primer trabajo. Su novio está aquí y el trabajo en Madrid y ella tuvo tiempo de duda y yo solo le repetía: “Ni te lo pienses”.
P.- ¿Se puede con la distancia?
R.- Claro que sí, pero que nunca deje su independencia ni su profesionalidad por una persona. Si tienen que estar juntos, lo estarán. Las parejas están para lo bueno y para lo malo, para las circunstancias que les toquen vivir. ¿Cuántas parejas se pasan separadas de lunes a viernes y solo se ven el fin de semana? Y ella podrá bajar aquí o él subir a Madrid.
P.- Y además sin tener que aguantar el Talgo.
R.- (Risas) Eso, que ya no son 12 horas de tren, que en 2 horas y media están juntos.
May Ramírez: Remontar el vuelo
P.- ¿Cómo recuerdas ese empezar de cero con tus hijos?
R.- Fue muy duro. Había días en los que yo pensaba que de esta no salía. La mayor se iba a la universidad y en parte era un alivio porque sabía que iba a estar controlada y concentrada en sus estudios, pero mi hijo tenía 16 años.
P.- En plena adolescencia. R.- Yo me veía noches completamente sola, que le decía a mi hijo que volviera a casa a la 1, y el niño no llegaba; a veces iba en su busca sin saber lo que me iba a encontrar. Las separaciones al principio son muy complicadas. Si yo lo tenía castigado, le quitaban el castigo. Pero con tesón, con fuerza, se sale. Recuerdo que todas las mañanas le pedía a Dios que Alvarito fuera responsable, que estudiara y que andara con buenos amigos.
P.- Un época dura.
R.- Fue durísima. Yo paso de verme con una vida completa, con una empresa en la que yo había depositado todos mis bienes de soltera y de pronto estoy sin nada, separada, con dos adolescentes y la culpa rondándome la cabeza.
P.- La temida culpa de las madres.
R.- Sí, por todo, hasta por lo bueno por si traía algo malo. Pensaba que si suspendían o les pasaba algo, lo que sea, iba a ser mi culpa. Sentía que había fallado como madre.
P.- ¿Cómo frenas ese pensamiento de culpabilidad? R.- Día tras día iba descubriendo un palo que me daba más fuerza para asimilar que no me había equivocado. Y dando muchas gracias a Dios porque al final todo lo malo se va. La vida te va poniendo en tu camino realidades que te dice que has hecho lo correcto. Es ese regalo de la vida porque debemos ser conscientes que no todo es malo. Al contrario, te va dando fuerzas y piensas “de esta salgo” y te lo repites; y al final sales.
P.- ¿Somos capaces de asumir lo malo que nos pasa?
R.- Siempre. No solo somos capaces de asumir una tragedia, sino de que nos ocurre para que seamos mejor persona. Cualquier aspecto de la vida de quien sea, siempre que pasa algo malo, por muy malo que sea, cuando pasa el tiempo la misma vida te da la respuesta. Todo lo que nos sucede, por muy malo que sea, siempre te da una parte buena.
P.- ¿Qué piensas ahora?
R.- Yo ahora veo a Álvaro que ha terminado los dos años de Bachillerato después de afrontar una separación a esa edad sin esperarse nada, porque mis hijos no sabían nada; y solo tengo palabras y pensamientos de agradecimiento y satisfacción.
May Ramírez: Lo que quieras ser
P.- ¿Sabemos identificar nuestras aspiraciones?
R.- Sí, si alguien quiere algo realmente o quiere llegar a algún punto determinado al final se consigue. Hay mucho de ello en el poder mental y en creer que es posible llegar donde quieres. Si tu dices no puedo, no podrás. Y la mujer, que es cabezona por naturaleza, llega donde se propone.
P.- ¿Te costó poner en marcha tu vida?
R.- A mí me daba hasta vergüenza salir a la calle porque Málaga al final es un pueblo y hay gente muy cotilla que hablaba por hablar y hacía daño. Por eso me recluí un tiempo en casa, y solo salía cada dos semanas para ir a Palma de Mallorca a cuidar de Silvia, mi hermana pequeña que en aquella época estaba enferma.
P.-¿Y cómo cambias el chip?
R.- Un día Silvia se presentó por sorpresa en casa con una manta llena de bisutería y abalorios preciosos de una marca de Mallorca que se dedicaba a la artesanía y personalización de los complementos. Era un taller de dos hermanas que había conocido por casualidad en uno de esos viajes que hacía para cuidar de ella.
P.- Y te lió.
R.- (Risas) Y de qué manera, vaya si me lió. Yo decía que ni loca, que cómo iba a ir yo por las tiendas a decir que me compraran complementos. No podía, me moría de vergüenza. Pero empezaron a venir amigas a comprarme y ellas sin pretenderlo, me hicieron de comerciales.
P.- El efectivo boca a boca.
R.- Exacto. Cuando estas amigas mías iban a una tienda o donde fuera, les preguntaban por los complementos, porque la verdad es que llamaban la atención de lo bonitos y originales que eran. “¿Pues tú sabes que esto lo lleva May?” Y los de la tienda me llamaban: “May, amigos de toda la vida y no me has dicho nada de esto, ya estás tardando en venir por aquí”. Me quité la fatiga (como decimos en Málaga) y así fue como empecé a salir de casa y rehacer mi vida social y económica.
P.- ¿Quiénes fueron los primeros?
R.- José Luís Joyeros, Ópalo, Echart&Panno del Muelle Uno, Lady Ruth (Marbella) y Jayma de aquí del Palo; que además con ella fue muy gracioso porque me la encontré en el mercado comprando un pollo y le dije que tenía una manta con complementos y si quería verla; y ella me decía “May, ni loca, estoy de bisutería rara hasta la coronilla” (risas) y cuando estoy metiendo el pollo en el coche me la veo que viene a buscarme y me cita esa misma tarde en la tienda.
P.- ¿Se quedó con algo?
R.- Sí, con una colección pequeña pero a la mañana siguiente me estaba llamando que quería más. Fue un subidón increíble, es verdad que era una colección ideal con piedras preciosas. Y había tiendas que me llamaban pero por cercanía con otras que ya estaban trabajando la marca no llegamos a acuerdo.
P.- ¿Por qué lo dejas?
R.- Estuve con Amima desde 2014 y cuando hace tres años, con la jubilación de una de las dueñas se empiezan a trasladar plantas, incluso me propusieron a mí que me encargara de una parte del taller, yo entendí que mi tiempo con ellas se terminaba porque yo no podía asumir ese trabajo ni hacer esa inversión. Ahora me encargo de la administración de unos restaurantes.
May Ramírez: Club Leones Málaga Ilusión
P.- Esto fue un acicate pero empezaste a remontar con el sector eventos.
R.- Sí, en 2015 propusieron que los eventos que llevara a Limonar 40 los comisionara yo; también me encargué con Ruth del primer Baile de la Rosa que se volvió a hacer en los Montero, en Marbella. Los eventos siempre me han gustado, pero es verdad que necesitas dinero para empezar, y yo en aquel momento no tenía capital para invertir. Tenía para mis gastos, y también tenía más tiempo.
P.- ¿Fue ahí cuando te vuelcas con el Club?
R.- Sí, aunque yo colaboraba con Club de los Leones Limonar desde finales de los 90, que Ana y Cristóbal me captaron porque yo ayudaba y aportaba siempre lo que podía;en estos dos años me di cuenta que podíamos dar más. Un grupo que nos unimos y yo entendimos que teníamos caminos diferentes.
P.- Tenías ambición solidaria.
R.- Sí, por así decirlo. Así empezamos a hacer los desfiles, distintos eventos, aquella cena de empresarios.
P.- ¿Cómo nace Club de los Leones Málaga Ilusión?
R.- Todo empezó con una acción que queríamos hacer por Navidad. Le propusimos a Gemma del Corral entregar en la Plaza de la Constitución chocolate y roscón a cambio de un donativo y ella nos propuso otra idea pues ya se hizo algo parecido un tiempo antes y la calle quedó muy sucia.
P.- ¿Qué fue?
R.- Gemma nos planteó hacer la maravilla del Árbol de los Deseos, que terminamos llamando el Árbol de la Ilusión. Y de ahí surge nuestro nombre, por eso nosotros nos llamamos Club de los Leones Ilusión. No te puedes imaginar lo que ese árbol encierra. Te hartas de llorar y de reír con cada una de las ilusiones y deseos que se ven ahí.
P.- El Club de los Leones Ilusión nace el mismo año que te separas.
R.- Sí, yo me separé en enero y el Club Málaga Ilusión lo formamos en abril. De lo malo sale lo bueno. Es cuestión de afrontar cada día y repetirte que es posible. Mi hija se ríe pero es que es verdad.
P.- ¿Por que se ríe?
R.- Porque le hago un símil. Le digo: Ponte frente al espejo y empieza a decirte: “Hoy voy a tener un día estupendo, y mira qué guapa estás; va a salir todo genial ¡Qué bien!” Y ahora ponte al lado y di: “Vaya asco de día, y mira qué pintas y qué ojeras; hoy seguro discuto con el jefe, un día horrible”. Te aseguro que desde que empieza el día tú con tus palabras y predisposición así lo vivirás.
May Ramírez: Creer en lo bueno
P.- La importancia de las palabras.
R.- Es que son la clave. Porque está claro que todos los días se nos van a presentar problemas o situaciones que nos resulten incómodas o inesperadas, pero si tú te preparas para ello con alegría y con la fuerza suficiente, todo sale, y sale bien.
P.- Y tú, ¿te lo dices siempre frente al espejo?
R.- Como voy siempre corriendo me lo digo por el pasillo (risas). Y fíjate, después de leerme el Libro de la Vida, en el capítulo “Agradece los servicios” me cambió y de forma consciente. Yo antes era de las típicas que cuando me pillaba delante del coche el camión de la basura me ponía de leches. Y ahora no, ahora sonrío y digo: Ay gracias, qué limpia nos tenéis la ciudad.
P.- Es que parece que cuesta dar las gracias y valorar a los demás.
R.- Damos cosas por hecho que no tienen por que ser. Falta humildad. Antes del confinamiento todo era qué modelito ponerte, salir, estar, la calle…, pero realmente eso da igual. ¿Cuánta gente hemos perdido? No somos conscientes.
P.- ¿Cómo has llegado hasta aquí?
R.- He tardado y he sufrido mucho por el camino. Hay días duros, es ley de vida. Pero cuando pasas por una serie de circunstancias, pierdes a tu padre, a tu madre, la separación… Todo eso te dice que realmente no valoramos las cosas cuando las tenemos. No nos damos cuenta de esa fortuna diaria que vivimos.
P.- ¿Vivían tus padres cuando te separaste?
R.- No, gracias a Dios, menos mal. Ay, yo lo hablo con mis hermanas (risas) me los hubiera cargado yo del mal rato, eso no lo hubieran resistido en la vida con lo cuadriculados que eran.
P.- ¿Os habéis vuelto a reunir tus hermanas y tú?
R.- Desde agosto de 2019 no nos juntamos las 4. La ultima vez fue en Palma para celebrar el 50 cumpleaños de Silvia, y fue genial. Nos fuimos solo las mujeres.
May Ramírez: Alimentar al hambriento
P.- ¿Cómo viviste el confinamiento?
R.- Yo pasé el confinamiento con mis hijos porque a mi hija en Madrid la mandaron teletrabajar; y mi hijo que estudia en Pamplona también para casa. Así que yo que ya estaba acostumbrada a estar sola y a no cocinar ponte ahora a hacer desayuno, primero, segundo, postre, merienda, cena. ¡Cómo come mi hijo!
P.- Benditos comedores.
R.- (Risas) Benditos, benditos. Yo estaba muy contenta de tenerlos de nuevo en casa y claro, quería complacerles, pero yo no me acordaba ni cómo se hacían las albóndigas ni las croquetas, y me tenías que ver aquellos tres meses ubicándome en la cocina.
P.- Ya seguro sabes hacer croquetas.
R.- Sí, fenomenales (risas) ¡quién me ha visto y quién me ve! Me río mucho con mis amigas. Sobre todo cuando les hablo de lo que veo en el extracto de la tarjeta: Mercadona, Mercadona, Mercadona. No he gastado más en comida en mi vida (risas).
P.- Con Mercadona hicisteis durante el confinamiento una campaña muy bonita.
R.- Sí, hicimos una operación Kilo durante 15 días y después otras dos más. Ha sido un tiempo terrible, pero muy bonito.
P.- Tú ya sabías que esto serían más de dos semanas.
R.- Sí. Yo solo me confine esos primeros 15 días porque había mucha gente necesitada. Y también muchas personas mayores solas. Les llevábamos las medicinas, acudimos a la llamada del Distrito Centro, de las Hermanitas de los Pobres, los teléfonos los pusimos a disposición de los ancianos.
P.- ¿Qué fue lo más desgarrador que sentiste?
R.- La soledad de los mayores. Que te llame una señora mayor llorando que se siente abandonada por sus hijos, que no tengan consuelo, era horrible. Nosotros no podíamos entrar en las casas, pero sí la podíamos atender. Estábamos pendiente de ellas, animándolas a que se arreglaran por la mañana y que si podían, salieran a comprar.
May Ramírez: Soledad
P.- ¿Qué te provocaba esto?
R.- Dolor. Es muy doloroso. No entiendo como unos hijos pueden abandonar a su padre o a su madre, ademas en estas circunstancias. Y no sabes la cantidad de personas que hay, y además de gente y familias conocidas de aquí de Málaga. También hay que decir que hay mayores con la cabeza ida, pobres, pero hay muchos que es como te cuento, que se han pasado 7 y 8 meses sin ver a sus hijos ni a sus nietos.
P.- Es mucho tiempo viviendo en la misma ciudad.
R.- A mí no me vale la excusa “Te voy a contagiar”. Nosotros hemos ido a ver a esas personas, a un metro y medio de la puerta, me quedaba en el rellano; sí, pero yo he estado media hora hablando frente a frente que era eso lo único que necesitaban esas señoras. Y en eso el Club hemos hecho una labor muy bonita, que han sentido el calor de la compañía, no han estado tan solas.
P.- Al final la mejor ayuda es la que se da sin tocarse el bolsillo.
R.- Efectivamente. El dinero no ayuda, facilita. Pero ayuda más el hecho de ir a llevar la comida a una familia necesitada; esa hora de conversación con las Hermanitas de los Pobres en el patio. Ese tiempo compartido. Para nosotros hubiera sido más fácil pedir dinero y comprar los alimentos que estar 15 días en Mercadona pidiendo. Pero ahí está la clave. El mejor regalo lo recibe el que da.
P.- ¿Qué te ha provocado el confinamiento?
R.- Complicidad. Esto nos ha unido hasta tal punto que 8 personas de diferentes ciudades que nos habíamos pedido ayuda para apoyar las necesidades de la pandemia, nos reunimos en Caños de Meca en una casa, previa PCR para quedarnos tranquilas. Y no salimos de la casa. Estuvimos disfrutando de la compañía, del tiempo, de la vida.
P.- ¿Cómo dices que saldremos de la pandemia?
R.- Ha sido una desgracia todo esto, pero yo creo que se van a sacar muchas cosas buenas. Llevábamos una vida muy artificial y esto tenía que estallar de alguna forma. Y fíjate que cada 100 años esto se vuelve a repetir, esta limpieza.
May Ramírez: Málaga Solidaria
P.- ¿Crees que la juventud es solidaria?
R.- No todos, los que han vivido en casa alguna situación concreta sí, esos son muy conscientes. Hoy muchos jóvenes se apuntan a voluntariado porque la universidad les obliga por créditos a cambio, y esto es genial, porque aunque al principio vayan obligado, gracias a eso el alumno se da cuenta y ya se implica por iniciativa propia.
P.- ¿Cómo ven tus hijos que su madre esté tan implicada hacia los demás?
R.- Al principio como niños jóvenes que eran no lo entendían. Pero ahora por lo que me transmiten sé que se sienten orgullosos de lo que hago y también ellos quieren hacer cuando están en Málaga. Tienen interés, ellos se han hecho Leones y pagan los 15 euros mensuales.
P.- La importancia del ejemplo de unos padres.
R.- Es fundamental enseñarle a los hijos unos valores. Después podrán salir mejores o peores, y eso lo tenemos en todas las familias, pero ahí esta la propia libertad. Yo estoy muy orgullosa de los míos, los considero muy buenas personas. Pero también es verdad que no se puede poner la mano en el fuego por nadie, porque después la vida te pone situaciones y quizá tu respuesta no sea tan buena.
P.- ¿Cómo dirías es Málaga?
R.- Málaga es una ciudad extremadamente solidaria. Lo más gratificante que recuerdo de cuando me separé era el cariño que recibí. Yo era una madre muy pesada, encerrada en mis hijos y dejé a mis amistades; mi grupo eran los matrimonios que frecuentábamos. Me sorprendí para bien y para mal; pero yo agradezco los que se volcaron conmigo, lo cariñosos que fueron conmigo y la ayuda que me prestaron.
P.- ¿Cómo se toma el café May Ramírez?
R.- Con azúcar moreno, y en verano con un poco de hielo.
Seguro que recuerdas esta serie y el bombazo que supuso en los años 90. La pegadiza melodía de su cabecera te mostraba mientras sonaba a gente sonriente; aparentemente feliz. Si fuiste fan de este culebrón norteamericano aquello de felicidad, poco.
He recordado esta serie porque a veces me pregunto qué sensación tengo de vivir. En mi divagar también cuál tendrán los demás. Sobre todo pienso en aquellos que han perdido la esperanza. En esos que dejaron de confiar en que las cosas tienen arreglo. Por que las cosas siempre se arreglan, aunque duela, todo pasa. Por desgracia, no todos lo ven así.
Pienso en los que se sienten solos, abatidos y olvidados. Abandonados a su suerte sin saber cómo escapar de la espiral de dolor en la que se encuentran atrapados. Y es entonces cuando recuerdo todas aquellas llamadas a Emergencias antes del boletín informativo. Se me parte el alma.
El suicidio es ese tabú del que no se habla para evitar réplicas en aquellos que dudan dar el trágico paso; pero que a su vez, al no tratarlo se convierte en el eterno problema con el que convivimos. Confiando las familias en saber detectar a tiempo una conducta suicida. Imposible. Eso solo lo detecta un profesional.
Cada 10 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. La primera causa de muerte no natural de España. Y precisamente hoy, cuando se intenta luchar para prevenir esta lacra social, este terrible problema que deja destrozadas a miles de familias cada año; se lleva al Congreso la propuesta de ley para el suicidio asistido, la eutanasia.
En los últimos meses hemos cambiado la percepción de nuestro día a día, extremando nuestras sensaciones de vivir hacia aquello a lo que tendíamos. Hemos asumido restricciones de todo tipo para proteger la vida, sobre todo de los vulnerables. Perseguimos alargar nuestra existencia aquí mediante distancias, sonrisas y lágrimas en los ojos y paños en los labios. Pero no podrán callar lo que debe decirse. Cuando falta tanta ayuda en cuidados y atención al enfermo es perverso promover el suicidio (asistido). Hacerlo el día en el que todo el mundo trata de prevenirlo no tiene calificativo ninguno.
El pueblo necesita una ley para proteger a quien necesita ayuda, al que sufre y padece, a quien tiene miedo, al que está solo. Tenemos abandonada la salud mental. Y vienen a rellenar ese hueco inerte a base de eslóganes vacíos como «A por ello» o «Todo saldrá bien». Pues no. Cuando alguien decide quitarse la vida no todo sale bien. Es duro ver a una madre llorar la perdida de un hijo. A un hijo lamentar que su madre se matara. La culpa de los familiares dolientes sobrevuela durante años con miles de interrogantes que nunca encuentran respuesta.
Por ellos y por los que se han ido cuando no les tocaba. Mi recuerdo y mi abrazo. Siempre.
Se cumplen 76 años desde que Anna Frank y su familia fueran descubiertos y trasladados desde Amsterdam hasta diferentes campos de concentración alemanes. Anna, en concreto, fue al de la Polonia ocupada, primero Auschwitz, después Bergen – Belsen. Allí murió a mediados de febrero de 1945, dos meses después el campo fue liberado.
Todos los que hemos leído El Diario de Anna Frank esperábamos encontrar un epílogo sobre Anna Frank y su liberación. Como un final Deus ex machina en el que Anna y su familia se reencontraran y volvieran a casa sanos y salvos. Pero la guerra, el temor y las ansias de poder aniquila cualquier atisbo de vida, por inocente que esta sea.
Anna Frank y su liberación: El Diario
Sin embargo, la verdadera liberación de Anna Frank la hizo su padre, Otto, cuando decidió publicar su diario. Gracias a ello hemos conocido qué supuso la persecución antisemita para una niña judía de 12 años.
Hoy, revisando las efemérides de un 3 de septiembre cualquiera veo ahí su nombre. Y su cara sonriente sentada tras un escritorio se dibuja en mi mente. Los que ya somos adultos y tenemos capacidad de decisión deberíamos releer este libro. Nos haría mucho bien volver a adentrarnos en los pensamientos de una niña ante el horror de lo que supone cualquier guerra.
Imagen National Geographic
Quizá puede parecernos lejano e imposible que se vuelvan a repetir determinados escenarios de la historia. Pero de nosotros depende que nuestros intereses particulares no se conviertan en una pequeña batalla, en una pelea constante. Y eso se evita cuando en el día a día no nos ofendemos por menudencias, ni enjuiciamos con o sin motivo y damos consejo en asuntos que no nos conciernen.
Hace ya unos años, mi marido y yo decidimos que debíamos empezar nuestro viaje de novios en Amsterdam. Y por supuesto, visitaríamos la casa de Anna Frank. Recuerdo esos peldaños de madera (¡cómo debían crujir!), el almacén, la oficina, el ático que servía de hogar para los Frank…
Con el tiempo y la llegada de mis hijos pienso en cómo vivieron Otto y Edith el destino de sus hijas en aquel contexto que les tocó vivir.
Y creo que supieron transmitirle serenidad y alegría. En cierta medida, hoy debemos aplicar estos valores aunque no tengamos nada claro, o se hayan caído nuestros esquemas de aparente seguridad y previsión.
La vida no puede planificarse, ni tampoco la muerte. Cada mañana se nos presenta una oportunidad para ser feliz y hacer las cosas lo mejor posible. Tratemos de vivir sin miedo y dando gracias a la vida.
Hemos sido testigos de un tiempo en el que han cambiado de forma radical nuestra forma de vivir y trabajar. Por eso he creído que sería bonito despedir esta primera temporada de #UnCaféConPorras con Jorge González, director del Hotel AC Málaga Palacio. Una persona a la que admiro por su entrega, el cuidado que da a los detalles y pertenecer a uno de los sectores que más aporta al PIB español y que, al mismo tiempo, más ha sido castigado por la Covid19.
Desde que lo conozco siempre he visto en él a un hombre atento, amable, trabajador, responsable y buena persona. Gracias Jorge González por abrir las puertas de la que ha sido tu casa en los últimos 110 días. Como siempre, haces que cualquiera se sienta tan cómodo allí como en la propia morada.
Jorge González: Confinado en el Hotel
P.- ¿Por qué te quedaste aquí durante el confinamiento?
– Yo tengo mi casa en Los Álamos, es un sitio que también hubiera sido una zona de confinamiento estupenda porque allí hay mucho espacio y poca gente; se está muy tranquilo, pero me quedé aquí porque tenía tanta pena y tanta tristeza, era como una necesidad de no dejar solo al Hotel.
P.- ¿Nunca había estado así, no?
– No y puede parecer una tontería. Ha habido más o menos gente pero siempre ha tenido actividad y yo mismo decía “¿Cómo te voy a dejar?”. Ha sido esa fijación con el edificio. Además, yo esperaba que esto en algún momento terminara, no tanto despertarme un día por la mañana y ver que todo ha sido un sueño; no. Pero jamás pensé que esto iba a ser una prórroga tras otra.
P.- ¿Has tenido el síndrome de la cabaña, que le llaman?
– Durante el confinamiento sí que lo he tenido; me he hecho un poco ermitaño. Yo no quería salir para nada. No he ido a la compra; cuando permitieron salir a pasear no lo hice; y tardé un mes y pico en ver a alguien, excepto al Jefe de Mantenimiento del Hotel y alguna que otra persona, a nadie. A final de abril cuando hubo una explosión y la gente se echó a la calle, a mí me entró agobio. Yo veía pasar a las personas por la puerta del Hotel y no tenía ninguna gana ir fuera.
P.- ¿No has salido ni una sola vez en más de dos meses?
– Solo salí un día, además muy temprano por la mañana, para hacerme la prueba en un laboratorio que hay junto al Mercado de Atarazanas. Y mira que me gusta a mí pararme en el Mercado a comprar fruta, pues me vine disparado de vuelta al Hotel. Siempre con doble mascarilla y muy protegido. Me ha dado mucho respeto hasta que al final del confinamiento ya sí empecé a salir.
P.- ¿Cómo te adaptas a esta nueva realidad?
– Más o menos encajas tu vida pero es complicado. Al final, cuando te planteas abrir el negocio porque esto tiene que ir para adelante, no te queda otra que enfrentarte a lo que es la realidad y convivir con ello. Y sobre todo pensar en la economía, en el país y en todas las personas que están en ERTE. Creo que es cuando piensas esto, cuando se acaba con el síndrome de la cabaña. Una vez que pasa el tiempo, quien diga que la cabeza le sigue funcionando igual yo creo que no es totalmente sincero consigo mismo.
P.- ¿Te ha costado mucho sentarte en un restaurante?
– Muchísimo. La primera vez fue hace 15 días que una amiga y un amigo querían almorzar conmigo y yo no me podía negar. He salido muy poco, he ido a misa, pero todo muy controlado.
Jorge González: El tañir de las campanas
P.- ¿Dónde han estado tus hermanos?
– En León y en Madrid. Y lo he vivido con mucha preocupación porque han estado muy expuestos con trabajos esenciales, de hecho dos de mis hermanos se han contagiado. Y claro, yo aquí solo, en este contexto; que ha habido incluso quien me ha dicho “Anda, y todo el hotel y la terraza para ti”; sí claro, pero yo no he venido a pasar unos días; así no se disfruta, las condiciones no eran las óptimas.
P.- ¿Hasta qué punto ha sido dura la soledad?
– Muy dura. Emocionalmente complicada. Hay menos actividad, porque aunque estés siempre conectado; hay menos actividad y tu cabeza piensa en más cosas. La cabeza se me iba al futuro y eso pufff, pensar a medio y largo plazo. Y yo tengo una responsabilidad, de mí dependen muchas familias.
P.- Te imagino aquí sentado, solo, en medio del silencio y de pronto las campanas de la Catedral.
– Ha sido muy impactante y muy duro. Ese silencio que como tú dices, ensordece, pero sobre todo entristece. Porque no es un silencio escogido, sino obligado. Y ha sido muy triste.
P.- ¿Cuándo oyes tú sonar las campanas de esta crisis?
– Nosotros estuvimos en Madrid en febrero en un reunión de Comité y mi compañero, el director general de Italia, Iñaki Espinosa, vino a la reunión y nos contó que allí en Milán estaban sufriendo esta situación. Y él nos decía, como síntomas de lo que podía pasar de un día para otro, que las reservas se te caen, y la gente deja de salir. Claro, Italia no es China, es un país vecino.
P.- Pero aún así podía parecer todo muy lejano. ¿Qué te pone en alerta?
– Para mi el principio del fin lo marcó la suspensión del Festival de Cine. Eran las 3 de la tarde de aquel martes 10 de marzo cuando lo vi en prensa; me dirigí al personal y les dije: “Señores, hay que hacer las maletas porque esto ya es cuestión de tiempo”.
P.- ¿Cómo hicisteis con los huéspedes?
– Nos preparamos para que no vinieran más, que no entrara ninguna persona. Cerramos la terraza. A los clientes que estaban ya hospedados les recomendamos que debían salir lo antes posible por la previsión de cierre de fronteras. Fue todo muy rápido.
P.- El siguiente gran anuncio de cancelación fue el de las procesiones de Semana Santa.
– Sí, la anulación de la Semana Santa ha sido algo muy doloroso. No solo y tanto por el negocio, que también, sino por todo el componente sentimental.
Jorge González: Nuestros mayores
P.- En aquellos momentos, ¿qué se te pasaba por la cabeza?
– Yo solo me acordaba de mi madre que tiene 85 años y estaba sola en León. Las personas mayores eran las más vulnerables, y además ella acaba de estar en Málaga. Ya era el miedo de si estaba contagiada y el miedo de que iba a tener que estar sola.
P.- La soledad obligada.
-Sí, ya sabemos lo terrible que es. Por mucho que hayan vivido una guerra, esto ha sido tremendo. Sin que puedan salir, sin que nadie entre; poniéndole una bolsa con comida en la puerta y diciéndole que tiene que desinfectar los productos. Eso una persona mayor no lo puede asimilar, si casi no lo entendemos nosotros…
P.- ¿Hasta qué punto te ha impactado esta crisis?
– Te diría que ha sido una bomba emocional en muchos sentidos. Hay mucha gente que se ha ido. En mi caso hay alguien que se ha ido y no te has podido despedir y que a día de hoy no has podido cerrar ese círculo, es muy duro. Y no solo por la perdida, todos tenemos personas con cierta edad en nuestras familias que también te preocupa.
P.- ¿Cómo lo percibías con ella?
– Cuando hablas por teléfono tú notas que hay días que la cabeza está bien pero hay muchos otros en los que no lo está. Y si hablamos del deterioro físico y de lo que teníamos cerca, también ha sido terrible. Si tú tienes que ingresar a una persona de tu círculo cercano, lo dejas en Urgencias, como ha pasado en Madrid, y no solo no lo ves más sino que además no sabes donde está, pues claro, son situaciones emocionales tan fuertes que no se van a recuperar nunca.
P.- ¿En este caso el tiempo no cura las heridas?
– Yo creo que a medida que pasa el tiempo va a ser peor porque ahora vemos las calles con actividad pero no a lo que estábamos acostumbrados. Vemos a gente con miedo, gente con mascarilla, gente también que no lo respeta y no la lleva; pero en el ambiente hay temor a que nos vuelvan a confinar. Ahora nos damos cuenta de la situación de verdad, de lo mal que se ha pasado en los centros de salud, en las urgencias, en las residencias. Está bien evitar el sufrimiento a la gente, pero no a base de ocultar la realidad.
Jorge González: Los tiempos y las heridas
P.- ¿Te creíste lo de que solo serían 15 días?
– Al principio yo tenía claro que esto no iba de dos semanas. En la compañía hacíamos nuestras cábalas y sabíamos que esto iba a durar todo abril pero que en mayo ya retomaríamos actividad, y mira. Abrimos el 1 de julio con 20 trabajadores de 129 que tenemos fijos en plantilla.
P.- Recuerdo que en mayo se anunció que se podía abrir pero sin estar en las zonas comunes.
– Esto ha sido una sucesión de despropósitos. Estamos ante algo desconocido; vale, te lo compro. Pero la lógica tiene que imperar, y la única lógica hasta ahora ha sido que le han dicho a las Comunidades Autónomas “ahí lo tenéis”. Claro, tu abres sin zonas comunes, sin poderte desplazar por el territorio libremente, solo movimientos locales…
P.- ¿Cómo te tomabas todo esto?
– Era una tomadura de pelo. ¿Qué se pretendía, que alguien de Torremolinos quisiera venir a dormir a Málaga? Bueno, puede ser. Pero, ¿alguien se había puesto a pensar, de los responsables políticos que tenemos, de nuestro sector, de los de Turismo, alguien se había parado a pensar sobre lo que es una infraestructura de personal y de servicios en un hotel? Esto no es abro la puerta y entra un cliente bien, entran dos, también. Esto no va así. Tú tienes que tener siempre un mínimo de personas.
P.- Las famosas fases.
– Eso era como un chiste. Primero solo movimiento local, y después ese movimiento entre comunidades, con las fases: tú pasas, tú no pasas. Eso lo único que nos ha provocado es ansiedad, ahora estoy en la fase dos, ¿qué se puede hacer?, ¿y si volvemos a pasar a la uno? Yo me pregunto cómo las personas hemos sido capaces de afrontar y vivir en esta situación.
P.- ¿Qué hubiera sido lo lógico? – Por ejemplo decretar un número de establecimientos determinados para viajes profesionales o gente que viene a trabajar por pertenecer a servicios básicos y con unas instalaciones concretas y una ubicación, nosotros por ejemplo tuvimos así el AC by Marriot de Valladolid.
Jorge González: La gestión de la crisis
P.- ¿Por qué dices que se ha ocultado la realidad?
– Todo esto se ha basado en un aplauso diario, en sacar a sanitarios bailando y en evitar la realidad que estábamos viviendo. Hay un número de personas, todavía no se han puesto de acuerdo para determinarlo, que se han ido; y lo han hecho a consecuencia de esta situación. El otro día leía un post de una persona amiga que decía “Si nos vuelven a confinar no le eches la culpa al gobierno porque el responsable eres tú”. Pues no.
P.- ¿Cómo que no?
– Que se haga cumplir la ley. Ha habido un decreto de que la mascarilla es obligatoria, y conozco mucha gente que no se la pone y dice que no se la va a poner. Pues todavía no conozco a nadie a quien hayan multado por no llevarla. Nos han vuelto locos. Que si la mascarilla no era necesaria, después que si se manipulaba mal contagiaba… Ha habido demasiada información e información errónea y contradictoria.
Jorge González: Aprender de los errores
P.- Hay quien compara esta crisis con la pandemia de la Gripe Española cuya gran ola fue en el segundo rebrote.
– Sí que es verdad que hay muchas coincidencias con la Gripe Española pero son dos épocas diferentes; se supone que ahora estamos mas preparados social y sanitariamente para hacer frente a esto. Yo quiero pensar que si hay un rebrote no lleguemos al pico más alto en esa segunda ola.
P.- ¿Estamos concienciados o preparados?
– Creo que todavía queda, sobre todo la población más joven. Los 18 años de ahora son los 14 de hace dos décadas. Está muy bien manifestarse y reivindicar; pero yo que puedo contagiar a mis mayores, a mi gente, no me voy con 300 personas a un botellón ni a una moraga a la playa.
P.- Pero ahora dile a uno con 18 años lo que tiene que hacer…
– Miguel Ángel Revilla va echándole la bronca a la gente que va sin mascarilla por la calle. Pero a los jóvenes por una copa le da igual que pueda contagiar a su padre o a su abuela. Afortunadamente no son todos.
Jorge González: Conspiranoia
P.- ¿Qué es lo más curioso que has oído acerca de este virus?
– Leía una pintada en la pared que decía “Covid19 la Conspiración de la ONU”. Y yo me reía con eso y con todas esas teorías conspiranoicas. Igual que me he reído con las profecías de Nostradamus. ¿Cómo no me voy a reír?
P.- Todavia seguimos sin saber de donde salió esto.
-Sí que es verdad que todavía no tenemos una teoría cierta, pero lo que tenemos que tener en cuenta es que en el siglo XXI se manipula mucho genéticamente en laboratorios, y que se ha podido complicar lo que sea y no se haya sabido controlar y que la población tampoco estaba preparada, pero de ahí a decir que el virus no existe…
P.- Han sido muchos fallecidos para decir que no existe la Covid19.
– Yo no solo hablo de las víctimas que han fallecido, también de las personas que han estado enfermas; y todas ellas tienen nombre y apellidos. Hace unos días me decía una persona que ella no se iba a poner mascarilla porque todo era mentira y que ella no conocía a nadie que se hubiera puesto malo. Pues no señor, que no los conozcan no significan que los más de 40.000 fallecidos y los contagiados no existan.
P.- Contar la realidad aunque duela.
– Claro. Por eso es tan importante la concienciación social y explicar y conocer bien cómo deben ser nuestros movimientos. Tenemos que tener claro que durante un verano o un año nos tenemos que divertir menos o mover menos, pues qué le vamos a hacer. Hay que pensar que nos quedarán muchos veranos más para divertirnos.
Jorge González: Turismo Nacional
P.- ¿Qué fue lo que más te chocó en la gestión que afectaba al turismo?
– Yo solo pensaba en ese “este año no vamos a tener turismo internacional pero lo vamos a tener nacional” y, madre mía. Es que hemos pasado de un confinamiento en el que no se podía hacer nada al “Venga, vete, viaja”. Vale, sí, pero con responsabilidad.
P.- ¿Crees que se ha podido dar un mensaje contradictorio?
– Es complejo. Fíjate que lo digo yo que me dedico a esto, hay que ser más cautelosos. Hay muchísimos españoles que están en un ERTE, ¿cómo le vamos a pedir a estas personas que viajen si no saben cuál va a ser su futuro? En un ERTE tienes que estar preparado para cuando tu empresa te necesite, no son vacaciones.
P.- ¿Cómo se puede fomentar entre gente que no sabe si su empresa cierra o no o si le llaman para trabajar que se vaya de viaje?
– Eso mismo me pregunto yo. Y a esto se suma lo que contaba Jorge Cadaval el otro día del AVE. Te hacen pasar miles de controles para acceder al tren y después en el vagón uno sentado pegado al otro. No se entienden tantas cosas… Hay miedo a viajar.
P.- Y si a eso se le suma la incertidumbre laboral.
– Ocho veces se han levantado de la mesa patronal y agentes sociales sin llegar a acuerdo. Hasta este sábado no sabíamos si el día uno de julio teníamos que reincorporar a todo el personal o no. Todo esto requiere de un gran pacto en el que nuestros políticos estén a la altura. Aquí pedimos esfuerzo económico a la población.
P.- ¿Se ha dicho claramente lo que es un ERTE?
– No del todo. Estar en un ERTE no es que estés cobrando el 70 por ciento de tu sueldo, no es así. Resulta que en tu sueldo tienes una serie de complementos que con el ERTE no los tienes, además de lo que se ha tardado en cobrar. Nosotros adelantamos una nómina a toda la plantilla para que nuestros trabajadores tuvieran liquidez; y hoy hemos pagado la extra por productividad; pero cuando estás en ERTE tampoco produces, no generas esa parte de la extra. Es un sacrificio muy grande.
Jorge González: Sacrificio y Empresa
P.- ¿A quién hay que tocarle el sueldo?
– Por supuesto que a los sanitarios hay que subirles el sueldo lo que haga falta y a todos aquellos que han estado en primera línea. Pero el sacrificio se nos pide y lo hacemos los de siempre, los que trabajamos en la empresa privada.
P.- ¿Hay intocables en nuestro país?
– Por supuesto que sí. El otro día que estuve con representantes del sector turismo yo les decía que ellos para cuándo, los funcionarios. ¿En qué han estado trabajando? Muchos decían teletrabajar a mirar una hora el correo, no digo que todo sea así; pero gran parte de la actividad del funcionario ha estado parada.
P.- ¿Qué ha sido lo peor?
– Lo que es un insulto es que en medio de todo esto un ministro te anuncie una subida salarial. Es verdad que el fin de semana los negocios de restauración se ve con cierto ambiente porque además la gente quiere salir; pero ahora hay solo un 40% de locales abiertos, ¿cómo estará cuando todo abra? Y en hoteles la realidad es que los políticos toman datos de los establecimientos de menos de 50 habitaciones y por eso dicen que la ocupación está en el 75%. En Málaga hay un 24% de ocupación en julio; y un 40% en agosto; esa sí es la realidad.
P.- ¿Crees que los ERTEs han sido un error?
– Yo creo que a la gente que trabaja le pagas la nómina y los seguros sociales. Y del que no trabaja se tiene que hacer cargo el Estado. Esta crisis no es porque el empresario lo haya hecho mal. El empresario no quiere hacer nada raro, solo quiere que la gente vuelva a retomar la actividad. Ahora resulta que sale más barato el que no trabaja que el que trabaja y desencadena en lo que hemos presenciado en Marbella: la primera víctima que ha sido la del Hotel Don Carlos. Si conoces la situación se podría haber evitado.
P.- ¿Cómo lo has vivido?
– Me produce pavor cuando oigo gente que dice “no, es que el del Hotel Don Carlos quería esclavizar a sus trabajadores”. Esa palabra es muy dura, yo conozco a compañeros del Hotel Don Carlos y estaban trabajando de maravilla y muy contentos. No se trata de esclavizar, son realistas con la situación que hay: nosotros quitamos a toda la plantilla, les pagamos y ya dentro de un año vemos como está la situación en el país. Pero están demonizando al empresario: “Es que los empresarios están ganando mucho dinero”, pues adelante; a usted nadie le impide montar una empresa.
P.- Sabiendo que el turismo representa un gran porcentaje del PIB, ¿qué ayudas concretas se han anunciado?
– Que yo sepa, ninguna. Dijo el presidente que iba a destinar 5.000 millones para fomentar el turismo, pero no sé en qué de forma específica. Yo lo único que tengo claro es lo que tengo reservado, lo que voy a ingresar y la gente que tengo en el ERTE, que son 109 personas, sin contar con todo el personal que se contrataban en estas fechas que eran otros 30 trabajadores.
P.- ¿Qué es lo que más te preocupa? – Tener que incorporar a toda la plantilla sin actividad. Yo no puedo tener 15 camareros para 5 clientes. No puedo. Se ha conseguido ampliar ERTE hasta septiembre, pero eso está a la vuelta de la esquina. ¿Y qué pasa por no contar las cosas tal como son?Yo he llamado a la gente de mi equipo y hay quien me ha dicho: “Que se incorpore otro que le haga más falta, yo ya me incorporo en septiembre”; y esto no es así. Esto lo levantamos entre todos. El primero que quiere volver soy yo.
Jorge González: Todo saldrá bien
P.- ¿Qué piensas cuando dicen que vamos a salir más reforzados de esta crisis?
– Que me lo creo a medias. No podemos salir más reforzados cuando ha habido más de 40.000 víctimas. No solo se ha quedado mucha gente por el camino, también empresas, personas que van a tener que trabajar muchísimo. Se habla de que la recuperación empezará en 2022; y después de la crisis de 2008 tan dura, y de la que salimos a flote por el turismo internacional. Recuerdo aquellas primeras navidades tristísimas, muchas tiendas cerradas. Sin embargo ahora es todo mucho más duro.
P.- ¿Qué has valorado más durante el confinamiento?
– Le he dado valor a las cosas que antes no hacía. Antes me quedaba en casa viendo la tele, pero ahora no. Por ejemplo, yo nunca le había dado importancia a la Noche de San Juan y este año sin embargo he sentido la necesidad de pasear por la playa y mojarme los pies. Una sensación de valorar y de vivir de forma más intensa.
P.- ¿Hay algo que haces ahora que antes te costaba?
– Yo le dedico mucho tiempo al trabajo y he estado siempre muy rodeado de gente. Por eso hacer actividades acompañado me daba mucha pereza y lo evitaba. Pero ahora lo poco que estoy haciendo es con mucha alegría. He ido a Sevilla y he salido un par de veces a almorzar. Y lo he hecho con muy buena disposición. Si tuviéramos ya la vacuna o un tratamiento efectivo, te digo que en casa a dormir y poquito. Y hablando de dormir, ahora mucho mejor. Llevo varios años durmiendo regular y, aunque sigo necesitando medicación, mi cabeza ya resetea. Estoy más tranquilo y eso también se me nota en la expresión.
P.- ¿Has practicado mucho deporte estando confinado?
– Nada, yo hacía más deporte cuando trabajaba que estando encerrado. De hecho no entendía toda esta moda de gente que se sumó a hacer deporte. Fíjate, ahora se ha calmado todo y ya están haciendo deporte los que siempre lo han practicado.
Jorge González: Cultura e Historia
P.- Lo que sí hemos demostrado también es que somos solidarios.
– Muchísimo. Yo creo que las personas y las empresas tenemos una responsabilidad y ser solidario debería ser obligatorio. Todas las personas deberían poder dedicar un poco de su tiempo libre para la solidaridad. Esto también es mucho filosofía Marriot. No solo se trata de dedicar el 2% de la compañía a causas sociales (2 millones de euros), sino que también la gente que trabajamos en la compañía dediquemos ese tiempo como voluntario. Y esto se hace también en muchas compañías, como La Caixa y su obra social.
P.- ¿Se es social siempre de la misma manera?
– Yo no he sido de grandes multitudes, pero hay muchas maneras de ser sociable. Yo acompaño y voy con personas que necesitan esa compañía. Y además soy muy local. Tenemos que ser capaces de entendernos y conocernos los propios españoles. Y para eso viajar por tu propio país es lo mejor. Igual has pasado el fin de semana en Londres pero después no conoces Cuenca, o Logroño, o Soria. Gente que no se ha montado en el AVE Madrid Málaga pero sí ha volado a Amsterdam. Tenemos un gran país con una riqueza cultural muy importante.
P.- ¿Nos lo podemos cargar por desconocerlo?
– Sí, bastante y nos podemos arrepentir por privar al futuro de una buena herencia. ¿Por qué hay gente que detesta la Semana Santa? Pues porque no la conoce. Pero es que nos queremos cargar nuestra historia y nuestra monarquía. Siempre se escoge un momento crítico para hacerlo. Es responsabilidad de los españoles evitarlo. El país no es solo fútbol, cuando no había test para los sanitarios sí había para los futbolistas. Eso no es así, pero se respeta. Pues igual con nuestras fiestas populares.
P.- Ahora que hablas de fiestas populares, también nos hemos quedado sin Feria de Málaga.
– Sí, hay que prepararse para la que viene con muchas más ganas. Si está la feria anulada, está anulada. Hay que trabajar y hacer bien los deberes para que el año que viene no se cancele. Por eso es tan importante no hacer sucedáneos de Feria porque unas Fallas, unos Sanfermines, una Feria te lo pueden quitar una vez, pero dos… Me daban mucha pena los de las atracciones porque yo tengo 10 clientes pero ellos no tienen nada. Ojalá puedan habilitar zonas repartidas, pero es importante que no montemos la Feria por nuestra cuenta y no juntemos a 200 -300 personas en un local.
Jorge González: Amor por Málaga
P.- Llegas a Málaga hace 15 años para dirigir esta Hotel y, ¿qué piensas? – Recuerdo que estaba super contento. Y era muy distinto a ahora. He vivido la remodelación del Paseo del Parque, los Museos, la peatonalización del entorno de la Catedral, la recuperación de la Aduana, el Teatro Romano… Son muchos cambios. Málaga va a ser como esa situación en la que se te parte una pierna y tienes que estar en recuperación un tiempo y después vuelves a tope. Pues a Málaga le va a pasar eso, que cuando esté recuperada va a ser un torpedo de ciudad. Un auténtico torpedo.
P.- Torpedorr, como diría Chiquito de la Calzada.
– (Risas) Ay, Chiquito…, si hubiera vivido esto la de chistes que habría hecho. Ahora, también te digo que de estar vivo él no habría estado confinado, con lo que le gustaba a Chiquito la calle (risas) y el centro de Málaga, que le gustaba mucho.
P.- Tenemos sentido del humor en España.
– Muchísimo. Eso nos salva. Cómo en una situación tan dramática se ha sabido sacar ese arte y ese ingenio. A veces ha podido ser desmesurado pero no cabe duda que es bueno tener sentido del humor y el español lo ha demostrado con creces.
P.- Y volviendo a lo local, dices que Málaga es un cañón de ciudad, pero os lo oigo sobre todo a los que no sois de Málaga, ¿qué nos pasa a los malaguitas? – Bueno, el malaquita se fustiga. Yo reconozco que en momentos he podido padecerlo; pero esa turismofobia que ha manifestado el malagueño, pues mira ahora…, con esta situación muchos malagueños se van a dar cuenta del potencial que tiene su ciudad.
P.- Los malagueños que hemos vivido fuera la valoramos muchísimo.
– Sí, se nota. Los malagueños que viven o han vivido fuera están deseando volver. Cuando vives aquí pues no lo valoras. Una ciudad que no es agradable para visitar, para vivir, que no esté bien comunicada no tiene los datos que tiene Málaga, con estos índices de turismo, de población flotante y de gente que no somos de Málaga y trabajamos y vivimos aquí. Ahora toca hacer balance para valorar en positivo Málaga.
Jorge González: Yo soy de pueblo
P.- ¿Cómo recuerdas tu infancia?
– La recuerdo con vivir el día a día, sobre todo ahora este verano de “no puedo hacer esto”; recuerdo que en nuestras vacaciones se hacía lo que se podía. A veces era posible la playa y cuando no, al pueblo.
P.- Han aumentado mucho las reservas en los pueblos.
– Sí, muchísimo. Y a mí me ha hecho mucha gracia. Me he acordado de aquellos días en los que yo iba al pueblo. Es uno muy chiquito cerca de León, en el que yo pasaba largas temporadas y que ahora tendrá 40 personas, pero en mi época había 100, había ambiente (risas).
P.- Pero te lo pasabas bien, seguro.
– Sí, tú ibas al pueblo y la primera semana bien, ay que bonitas las vacas que pasan por el pueblo; pero ya la segunda semana estabas harto de ver animalitos.
P.- Los urbanitas tenemos una estampa idílica de los pueblos.
– Y falsa (risas), esa imagen de que el vecino del pueblo te abre la puerta y te da un vaso de leche eso es de anuncio de televisión; porque la gente en el pueblo es muy desconfiada y tiene muy mala leche (risas). Yo siempre digo que soy muy de pueblo por eso (risas).
P.- ¿Cómo llegas a ser director de Hotel?
– Estaba en el lugar adecuado en el momento preciso. Fue un reto y me dije “si sale bien, bien; y si no, pues nada”. Vine para un rato y ya llevo más de 20 años.
P.- ¿Cómo formas parte de la empresa AC?
– Yo he estado muy vinculado siempre a la familia Catalá. He convivido con parte de los hijos de Antonio Catalá, es como mi padre. Carlos Catalá que es el Vicepresidente de la compañía, es mi hermano. Yo no he visto ni voy a ver otras opciones porque tengo esa lealtad como de familia italiana de núcleo cerrado en la que no cabe más que defender lo nuestro Ni nos vamos ni nos invitan a irnos. Mientras dure esto será mi vida.
P.- ¿Dónde estuviste antes de llegar a Málaga? – Empecé en La Línea, Valencia, en Asturias, en Galicia, también en León.
P.- ¿Cómo fue volver a casa?
– Ya llevaba 10 años trabajando fuera y fui a León para la apertura y me dije: “Me voy a quedar unos días en el Hotel para ver qué tal va y hasta que empiecefuncionar”, y al final pasó más de un año y realmente nunca volví a mi casa (risas). Fue super curioso y estaba a tres calles de mi casa. Era un vínculo que también me pasó en Málaga. Mi primera casa era en Calle Carreterías, y yo vivía aquí (risas). Surrealista.
P.- A ti te gusta tu profesión.
– Muchísimo. De hecho teníamos un proyecto ahora en la Avenida de la Constitución en Sevilla. Por eso digo que a mí las Catedrales me persiguen porque tiene una terraza que es el doble que esta del AC Málaga Palacio, y con unas vistas impresionantes a la Catedral y la Giralda. La apertura iba a ser en mayo, pero bueno, lo hemos tenido que pausar.
Jorge González: La ambición de vivir
P.- ¿Qué claves darías a quien se quiera dedicar a este mundo?
– La responsabilidad. Ese es el mandatori. La realidad es que cuando todos se divierten nosotros trabajamos. Nuestra época de mayor actividad es el verano, la Navidad, la primavera, los fines de semana, la Semana Santa. Es una profesión muy bonita pero no todo el mundo está dispuesto.
P.- ¿Te has encontrado con gente que no sabía a lo que venía?
– Por desgracia, sí. Y que además demoniza al empresario. No todos pueden ser empresarios. La vida es como un juego de ajedrez y los que somos peones también tenemos protagonismo. Hay que pensar, porque es así, que en la vida hay tiempo para todo.
P.- ¿Te has planteado esto durante el confinamiento?
– Sí, cuando ves a tanta gente que se va y además joven, he pensado en eso. Yo que he entregado mi vida al trabajo, pienso que no me he perdido nada.
P.- ¿Hay un Jorge antes y otro después del confinamiento?
– Yo creo que no, lo que pensaba antes lo pienso ahora. He respetado siempre las opiniones de la gente y a las personas, y lo voy a seguir haciendo. No he cambiado, bueno sí; después de este golpe al turismo me he dado cuenta de que hay que ahorrar, que no ahorraba nada, creo que es lo único (risas).
P.- Si hay algo que admiro de ti es que consigues estar atento a todo y a todos, ¿cómo lo haces? – Lo intento, pero no siempre se consigue porque si no sería de estos perfectos repelentes. Tienes que agradar y hacer agradable la vida a los demás. Yo soy feliz y me encanta cuando la gente disfruta. Me gusta ver a la gente bien y feliz. Es mi parcela y la disfruto. No tengo grandes ambiciones y por eso me llenan las cosas. Mi ambición es vivir y creo es la que debiéramos tener todos.
P.- ¿Cómo se toma el café Jorge González?
– Un mitad. Y además cuando voy a Madrid lo pido así “un mitad”, y me encanta la cara que se le queda al camarero (risas). Me río mucho, porque mi jefe directo, Carlos Catalá, es muy malaquita y siempre que voy hago lo mismo; y él va detrás traduciendo. Me divierto mucho con eso.
Hace más de un año empecé a conocer de oídas a una mujer a quien quería mirar a los ojos y comprobar que, efectivamente, tenía una gran historia que contar. Cuando la conocí las expectativas se superaron y es un orgullo para mí haber hablado sin prisa y sin pausa con una gitana como ella. Serena y franca, con una enorme verdad y muchísimos valores que espero haber podido transmitir en esta entrevista. Gracias, Vanessa Jiménez. Por muchas cosas, pero sobre todo, por luchar con tanto amor por Dosta y por hacer de nuestra Málaga una ciudad mejor. Prometo cada año alzar mis ojos por ti al menos dos veces: el 3 de junio y el 12 de julio. Sastipen Talí.
Vanessa Jiménez: La necesidad de decir ‘Dosta’
P.- ¿Cómo surge decir ‘Basta’? – El nombre de la Asociación surge de esa necesidad real de tantísimas niñas y mujeres no tan niñas que no llegan a cursar ni a terminar ningún estudio superior ni tan si quiera obligatorio. Y ahí buscábamos un nombre gitano, que es Dosta, precisamente para eso, para concienciar a niñas de que ya basta.
P.- ¿Por qué dejáis de estudiar a los 12 años las niñas gitanas? – Ayer precisamente estuve escuchando un debate que dieron varias plataformas gitanas que hay aquí en España compuesto por científicos e investigadores de la comunidad gitana. Son tres factores fundamentalmente: el bajo nivel educativo de los padres, los centros escolares y el entorno social.
P.- ¿En qué medida influye el nivel educativo de los padres? – El bajo nivel educativo de los padres afecta bastante. Cuando llegamos a la ESO los temarios se complican muchísimo. Tú llegas a casa y si no tienes dinero para acudir a centros extraescolares que puedan guiarte en esas materias en las que vas mal, dependes de tus padres que te puedan echar una mano o de tu entorno social que te pueda ayudar. El factor ese de que los padres apenas tienen ese mínimo nivel de estudios hace que los niños también se desmotiven porque lo ven todo mucho más difícil.
P. – ¿Y los centros escolares? – Me refiero sobre todo a esos centros escolares a los que la mayoría de los colectivos gitanos pueden acudir, los colegios guetos que tienen un nivel más inferior que otros públicos o concertados.
P. – Y el entorno social, ¿cómo afecta? – Cuando se casa tu prima más cercana, y la otra también y la otra, pues una misma se ve como la diferente y piensa «yo no quiero ser la diferente». Todo eso son un cúmulo de situaciones y de factores que afectan y que hacen que los niños en esa edad abandonen sus estudios, no solo la edad es más complicada, también las materias más difíciles.
P.- ¿Los padres confían en que sirve de algo estudiar? – Cada vez más. Nosotros de hecho una de las cosas buenas que nos ha traído la Covid19 ha sido darnos cuenta de lo importante que es una buena educación, unos estudios superiores que te den una salida laboral mejor. Durante todo este tiempo de confinamiento quien lo ha pasado peor es todas esas personas que dependen de trabajos precarios; y el porcentaje más alto lo vemos en la comunidad gitana.
P.- ¿Cómo se ha vivido la teleformación en el colectivo gitano? – En este tiempo de confinamiento nos hemos encontrado con una enorme analfabetización digital en el pueblo gitano. Los que tienen herramientas necesaria no son suficientes. La mayoría de familias gitanas tenemos bastantes hijos, si yo tengo 4 pequeños en casa y solo un ordenador, yo puedo cubrir la necesidad básica pero no la suficiente para todos los miembros de la familia y si todos a las 10 de la mañana tienen clase online, cómo conecto a los niños a un ordenador.
P.- ¿Ha sido un cuarto factor para dejar los estudios? – Sí. Ahí hemos pegado un bajón enorme. Porque a esto le añadimos padres y madres que no entienden de informática y no saben usar zoom o skype o las diferentes formas de dar clase. Y muchísimas familias gitanas que no tienen ni tan siquiera internet, todo ello ha supuesto una brecha educativa enorme.
Vanessa Jiménez: Valores gitanos
P.- ¿Los gitanos vais siempre con gitanos? – Hay gitanos por todas partes y aunque no nos conocemos todos, sí que somos muy unidos. A mí me gustaría destacar esto tan necesario para que la sociedad mayoritaria lo vea, esa unión, prestar ayuda. De hecho, lo que peor hemos llevado durante este tiempo ha sido precisamente eso, no poder ayudar a nuestras familias. Saber que a tu prima o a tu tía le hacía falta una bolsa de comida y no poder llevársela tú porque teníamos que estar confinados. Con Dosta hemos estado ayudando y hemos visto cómo había familias que ni si quiera sabían sacar dinero de un cajero. Todos esos problemitas que hemos ido viendo durante el confinamiento ha supuesto un dolor inmenso. Esa unión y ayuda mutua que tenemos, no ha podido estar tan presente por estas circunstancias que hemos vivido.
P.- Hablas de los valores de los gitanos de los cuales los payos debemos aprender mucho, yo te quiero destacar el valor que se le da no solo a la familia, sino a los padres. Ese respeto a los padres sobre todas las cosas. ¿Cómo mantenéis ese respeto aunque el entorno muestre lo contrario? – Yo creo que lo llevamos en nuestro genes. Si leemos un poco atrás la historia del pueblo gitano, nosotros llevamos 500 años de sufrimiento, de ese intento de exterminio en España en la llamada Gran Redada de 1749 cuando intentaron fulminar a todos los gitanos. Y pudimos salir adelante. Y lo hicimos precisamente por todos esos valores: unión, respeto, familia, de cómo los chiquitos se resguardaban en los grandes para poder salir de aquel exterminio.
P.- ¿Has pensado en ello estos meses encerrados? – Sí. De todo este tiempo de confinamiento yo me quedo con una frase del pueblo gitano: Sastipen Talí (Salud y Libertad). Los gitanos viejos cuando se despiden, lo dicen por haber intentado borrarnos del mapa. Nosotros no hacemos nada, no hemos hecho nada a nadie, simplemente somos gitanos. Dábamos esos valores: salud y libertad. Y creo que ahora más que nunca son tan necesarios.
P.- ¿De dónde puede venir esa creencia de que los gitanos no sabéis acatar normas, cuando esto se ve que no es así? – Viene de esa historia que te cuento de querer acabar con nuestro pueblo. Cuando nos decían ‘Venid por aquí’ y nosotros íbamos, era para atacarnos. El gitano se ha sentido muy atacado, pero hoy ya no. Yo no me siento atacada, yo no sé lo que es el racismo. Crecí en un pueblo pequeñito, en Carcabuey, (Córdoba) con muchísimos amigos payos y payas; y he tenido la gran suerte de no sufrir ese racismo.
P.- Pero sí sabes de gente que lo padece. – Sí, que lo ha sufrido y que lo sufre. Personas a las que por el simple hecho de ser gitana la tachan y le dicen cosas como ‘No vas a llegar a ser nada en tu vida, por la forma de vestir te van a mirar cuando entres en un sitio te van a mirar porque seguro que vas a robar’ Eso lo he visto cómo se lo hacen a otras personas gitanas; y me duele, porque aunque yo no sufra el racismo, soy gitana.
P.- El poder de las palabras. Cómo las palabras provocan pensamientos y los pensamientos, realidades. – Sí, totalmente. Y esos prejuicios son dolorosos. Tú eres gitana y ya sabemos donde vas a acabar. Esto también pasa en el colegio, el efecto pigmalión, con esos profesores que piensan que el alumno gitano, por el hecho de serlo, ya no va a llegar lejos en los estudios e inconscientemente le presta menos atención de la que se debiera y se le ofrece menos herramientas de las que disponemos. Eso sigue pasando en niños y en grandes.
P.- ¿Os habéis tenido que imponer para que no se os pisotee? – Exactamente. Ha sido ese movimiento y ese cambio lo que ha propiciado mucho de lo que somos.
P.- Desde que naces y hasta ahora, ¿cómo has visto evolucionar el papel de la mujer gitana? – Muchísimo. Cuando era pequeña recuerdo a mi hermano que era el que estudiaba, y recuerdo también cómo mi hermana mayor tuvo que abandonar los estudios para poder encargarse de nosotras. Él sí pudo estudiar, independizarse y venirse aquí a Málaga a cursar su carrera de ingeniero. Mi hermana dejó los estudios como muchas mujeres gitanas que tienen ahora 40 años y de ahí para arriba. Ahora miramos y vemos cómo son muchísimas las mujeres gitanas que sí han conseguido un cambio. Y si no lo pueden conseguir con 18 años, mírame a mí; lo hice con 30. Vemos que hay salida.
P.- ¿Por qué os mudasteis a Mallorca? – Por trabajo. Mis padres eran vendedores ambulantes, después él se dedicó a la construcción en Mallorca y mi madre limpiando platos en un restaurante chino. Fuimos allí sobre todo para costear la carrera de mi hermano. Mis padres tenían muy claro que su hijo estudiara. Y ellos buscaban cómo conseguir ese dinero para que él no dejara la carrera. Nos mudamos a Mallorca y a raíz de ahí abandoné los estudios.
P.- Esto suele ser habitual en los gitanos, ¿no? – Sí, eso es otra cosa que también les pasa a gran parte de la infancia gitana. Si los padres dependen de un trabajo tienen que ir para un lado o para otro. Yo ayudaba a mis padres con el mercadillo, desde pequeñita ya estaba trabajando. Teníamos una finca de aceitunas y también les echaba una mano. Cuando fui más grande mis padres me ayudaron y montamos una zapatería en la Avenida La Luz. Me casé muy jovencita, y fui madre. A los 25 otra vez madre, y a los 30 vino mi tercer hijo, año en el que decidí darle un cambio a mi vida y empecé a estudiar.
Vanessa Jiménez: El cáncer como trampolín
P.- Dices que un evento traumático a tus 30 años te dio el empuje necesario para cambiar. ¿Qué fue? – Fue una etapa mala. Me detectaron un cáncer de colon y ahí pensé que eso no podía haber llegado a mi vida para dejarme en el mismo sitio. Lo usé como un trampolín. Tuve la suerte de que gracias a Dios me operaron y no tuvieron que darme tratamiento. Fue un trago amargo, porque todos sabemos un cáncer los problemas psicológicos que pueden acarrear, y también físicos pero tuve la suerte de que no me dieran quimio ni radioterapia y lo usé para lanzarme a aquellas metas que desde pequeñita me quise marcar pero que por circunstancias no había podido llevar a cabo.
P.- Una mujer joven y sana que no pertenece a población de riesgo de cáncer de colón. ¿Cómo te das cuenta que tienes cáncer? – Yo estaba embarazada del pequeño cuando empecé a sentirme mal. Pero me decían durante el embarazo que era cólico nefrítico. No fue hasta que di a luz cuando empecé a perder bastante peso y sentirme peor. Acudí a urgencias pero como bien has dicho, yo no era población de riesgo, yo soy ese uno por ciento de los casos. No me prestaron la atención que deberían haberme dado.
P.- ¿Y qué hiciste? – Nos fuimos al privado y ya allí me hicieron las pruebas. Se lo comunicaron a mi madre y a mi marido, pero a mí no me dijeron nada. Mi madre siempre me decía que si por ella hubiera sido, yo salgo de la operación sin enterarme de que tengo cáncer, “de esa palabrita” como dice ella.
P.- ¿Lloraste? – Lloré un día. Al segundo, me levanté.
P. ¿Quién te operó? – El Dr. Santiago Mera Velasco. Un hombre encantador, me llevo muy bien con él y con su sobrina, Alejandra, que es mi amiga. ¿Qué te puedo decir de él si es lo mejor?
P.- Sería como volver a nacer, y además con tu hijo tan pequeño… – Yo fui a operarme y me dejé a mi hijo en casa con un añito. Solo le pedía a Dios volver a mi casa. Volver por ellos, porque cuando eres madre de tres hijos y te ves en esa situación lo único que quieres es tener salud por ellos.
P.- ¿Hasta qué punto es importante la Fe para ti? – Muchísimo. Yo siempre que hablo de mi enfermedad siempre digo que primero le agradezco a Dios y después a Santiago (risas), él ya sabe que yo digo esto. Sinceramente lo digo. Sin Dios yo no estaría donde estoy hoy. Me ha dado bastantes señales de lo grande que es y de lo que me quiere. Yo digo que Dios me quiere porque fue todo muy deprisa para bien.
P.- ¿Cómo de rápido? – Un mes, siempre digo que para mí mayo es un mes malísimo. Me diagnostican un 2 de mayo y el 16 de ese mes empezamos con las pruebas. El Dr. Franquelo, quien me estaba viendo, me dice que el cáncer en cuestión de pocos meses podía haber hecho metástasis. A la semana siguiente conozco al Dr. Santiago Mera Velasco y el 3 de junio me operan.
P.- Acabas de cumplir 4 años desde que te operaste. – Sí, y gracias a Dios está todo perfecto. No me han tenido que hacer ni si quiera un TAC. Ya a esperar al año que viene que se cumplen 5 años y comprobar si estoy limpia del todo. Hacer borrón y cuenta nueva pero sin olvidar nunca.
P.- ¿Cómo era tu vida hasta que te diagnostican el cáncer de colon, tenías mucho estrés? – Mi vida era una vida normal y sana. Nunca he sido de comer grasas y practicaba deporte. Y estrés, no mucho; el que te puede causar ser madre de tres hijos. Yo trabajaba en el mercadillo hasta un año antes de quedarme embarazada; y mi marido, que es ingeniero, trabajaba en el PTA. La alimentación y el estrés influyen, claro; pero existen casos que se salen de esa línea y que también hay que mirar. Si tu vas al hospital mal, aunque no seas población de riesgo, esas pruebas te las tienen que hacer.
P.- Me hablas de educación y sanidad, pilares de cualquier estado del bienestar. ¿Dónde crees que estaría la clave para fortalecerlas? – En la detección temprana y la prevención. Por ejemplo, en sanidad el cribado en el cáncer de colon es a partir de los 50 años. Yo iba sangrando, con muchos dolores y perdida de peso; pero me descartaron sin pruebas. Y en Educación nos queda mucho por hacer. Lo más importante es que no recorten más; y desmontar los prejuicios de la sociedad con el colectivo gitano.
Vanessa Jiménez: Racismo
P.- Recuerdo un tiempo en el que se cambió el discurso y se hablaba de los gitanos destacando sus logros, su integración. ¿Crees que sigue siendo así? – Nosotros empezamos a tener referentes gitanos desde hace relativamente poco tiempo, 50 ó 60 años, 80 años como mucho, no más. Como el primer eurodiputado gitano, Juan de Dios Ramírez. Sin embargo a raíz de esta crisis del coronavirus si se está percibiendo que se está destacando un sentimiento hacia los gitanos que como hace años que no veíamos: el racismo.
P.- A este respecto vi en tus redes que destacaste un hecho hace no mucho. – Sí, salió en el programa de Ana Rosa Quintana a raíz de un comentario que se hizo por la muerte de un gitano. ¿Qué hubiera pasado si el supuesto fuera otro? ¿Y si hubiera dicho ‘Pobrecito este hombre que ha violado a esta mujer’? ¿Cómo se tomaría? Pues esto mismo se dijo del asesino y no del que murió: pobrecito el hombre que ha matado que se ha buscado la ruina; pero no pobrecito ese hombre que han enterrado que ha dejado 4 niños y una viuda.
P.- ¿Crees que puede volver con más fuerza el racismo hacia los gitanos? – Mucho me temo que con todo este tema de ayudas sociales, y del Ingreso Mínimo Vital se vuelva la mirada hacia nuestra comunidad. Con lo mucho que han sufrido los gitanos, que la gran mayoría depende de un mercadillo y la falta de ingresos y de dinero que han tenido, muchos dependerán de ayudas sociales. Pero creo que deberían mirarnos no solo por la ayuda que podamos o no recibir, sino también por todo lo bueno que también aportamos y lo que estamos consiguiendo por esta transformación social, luchando por mejorar nuestro pueblo.
P.- Tú sueles decir que estás rodeada de ingenieros. – Sí (risas), lo digo con todo el orgullo del mundo, y son todos gitanos.
Vanessa Jiménez: Asociación Dosta
P.- ¿Cómo se te ocurre fundar Dosta? – Si te digo que yo no quería montar una asociación, no me crees (risas). Yo quería estudiar mi carrera, conseguir un trabajo y ayudar de una forma más estable con la economía de mi casa. Y me vino una niña a preguntarme cómo lo había hecho y con dudas. ‘Si tú has podido, igual yo también’. Así que le dije que se viniera a mi casa y así le echaba una mano. Y luego viene otra, y después te llama otra. El boca a boca hace que yo no pueda atender toda esta demanda. En mi salón he tenido hasta 4 niñas a la vez, con dos profesores, y mis tres niños. Y ahí aparecen mis ingenieros, mi marido y mi hermano.
P.- ¿Ellos son los que te animan a que Dosta sea una realidad? – Sí, ellos me decían que tenía que ayudar a toda esta gente y hacerlo bien.Y yo no quería principalmente porque siempre he sido una persona muy tímida y hablar en público me provocaba rechazo. Pero al sentir que tenía la ayuda y el apoyo de ellos, me vi con el compromiso hecho y la fuerza suficiente. Echamos el papeleo, que no es nada fácil, y arrancamos los tres solitos.
P.- Y fue para arriba como la espuma. – Sí, fíjate. Aún no estaba la Asociación montada cuando ya tuvimos nuestros dos primeros éxitos con el aprobado de dos niñas. Para el curso siguiente (este que acaba) teníamos un listado de 20 personas que querían empezar con nosotros.
P.- Y solo en el primer año. – Sí, ahora en mayo acabamos de cumplir nuestro primer año.
P.- ¿Cuántas tienes para el año que viene? – En nuestras bases de datos como usuarios de personas a las que estamos ayudando son unas 40 personas; y aún no hemos metido a las nuevas. Tenemos que esperar los resultados de las que se nos han presentado este año que son 8 que se han examinado de ESO y Grado Medio. Y en septiembre se nos presentan en total 15 niñas, de las que 4 son gitanas y también un niño. Esperamos que a pesar de la lata que nos ha dado el coronavirus, que los resultados también sean buenos.
P.- ¿Dosta se dirige solo a los gitanos? – Para nada, sí que tiene el lema de ‘Asociación con Alma gitana’ porque surge de mis adentros, de esa realidad que yo veo en la calle. Hay quien viene y me dice que si por no ser gitana me tienen que pagar. ¡Y por supuesto que no! No les cobramos un duro a nadie. Me parece injusto cobrarle a quien no es gitana. No quiero que ninguna de esas niñas caigan en la trampa que a mí me hicieron caer alguna vez. Queremos ayudar con todo lo que tenemos y desde el corazón. Mientras ellas le pongan ganas, a mí me da igual dedicarles todo el tiempo del mundo.
P.¿ Cómo llegan a vosotros? – Las personas que llegan a nosotros lo hacen a través de las redes sociales. Tenemos dos niñas que no están en exclusión social; de hecho son dos niñas que están acomodadas pero que necesitaban que les echáramos una mano en los estudios. Una de ellas, Jenny, quiere ser taxista y para que le den la licencia necesita la ESO. Ella no es gitana, por ejemplo.
P.- ¿Cuál es el lema de Dosta? – Que todo se puede conseguir, siempre y cuando le pongas empeño. Si lo crees, lo puedes conseguir; y para eso estamos nosotros aquí, para hacérselo creer. Les metemos un chute de motivación enorme.
P.- ¿Qué es lo más bonito que te han dicho? – Una vez una madre me pidió por favor que ayudara a su niña que tenía graves problemas psicológicos. Esa niña no se presenta este, va el año que viene; pero recuerdo esa madre cuando me cogió y me dijo ‘No sabes lo contenta que estoy de que mi hija te haya conocido’. Con esa niña, que está ahora trabajando en los cines del Málaga Nostrum, recuerdo que perdíamos llorando una hora, de 10:30 de la mañana a 11:30. Yo hablaba mucho con ella, no era consejo sino mi punto de vista o lo que yo creo que haría.
P.- Es bonito ver que ayudas a tanta gente. – Sí. Tengo muchos momentos bonitos. Como esa madre que vino ilusionada a decirme que estaba pudiendo ayudar a sus hijos a hacer sus tareas. Eso no se paga con dinero. Es lo que me llevo de mis alumnas además de todo el cariño que sé que me tienen.
P.- Y la palabra gratificante de una madre tiene mucho valor.
– Muchísimo. Es que la mayoría de niñas gitanas con las que trabajamos tienen problemas. Hay una muchacha que es muy competente y doy fe de que esa niña va a llegar muy lejos. Esa niña perdió a su madre hace tres años y me llamó diciéndome que necesitaba estudiar. Me vi reflejada en ella por ver en los estudios una vía de escape ‘Si no me meto aquí, pierdo la cabeza’. Esa niña es admirable ver cómo te habla, cómo quiere estar ahí contigo porque se siente cómoda, feliz; siente que puede crecer como persona a tu lado.
P.- Tú eres su referente.
– Pero yo les digo que no. Que yo soy una más, como ellas. Tengo otra niña en el Molinillo que se examina ahora. Su madre vino a verme para darme las gracias por haber hecho posible que su hija echara los papeles para examinarse. Solo eso ya es un logro. Y estamos trabajando con niñas de Álora y Pizarra consiguiendo que se sienten dos horas diariamente en un instituto con la intención de examinarse y superar la prueba. Estoy muy orgullosa.
P.- Veo que algunas de tus luces son la humildad y la constancia. ¿Nos sobra soberbia y falta de voluntad? – Nos falta humildad. Yo tengo muy claro que si tú te diriges a un grupo de niñas como con las que yo trabajo, con tantos problemas, diciendo yo soy o o yo sé; no consigues ningún cambio social con ellas. No hay mejor forma de llegar a las personas que siendo tú, siendo humilde. Intentar provocar con las niñas ese tú a tú.
P.- Y ellas conectan muy bien contigo. – Sí, porque yo he vivido los mismos caminos por los que ellas han pasado o están pasando. Yo sé lo que es estar en el mercadillo, tener que llegar a casa y bañar a mis hermanos, etc. Sí lo sé. Intento estar siempre al mismo nivel que ellas. Yo no me considero por arriba de nadie, pero tampoco por abajo.
P.- Cuando nos conocimos estuvimos hablando de Dorantes y del uso de Orobroy para vuestro video de presentación. ¿Cómo va la cosa? – Con él personalmente no he hablado. Pero contacté con él a través de Messenger y me pasó con su equipo discográfico y ya hicimos la petición formal. Me dijeron que sí podía usarla con la condición de que mencionara la autoría. Así que estamos pendiente de recibir el video y lanzarlo para que todo el mundo lo vea.
P.- Me alegro mucho. Siempre pasan cosas buenas, solo hay que atreverse. – Yo no me lo podía creer cuando abrí la carta. No me puedo quejar. Me pasan muchas cosas buenas.
P.- ¿Cómo te gustaría ver Dosta en 5 años? – Con un sitio fijo para la Asociación. De que aprueben las niñas ya me encargo yo, así que en 5 años las veo a todas muy formadas. Muchas lo están; por eso hemos empezado a gestionar que algunas de ellas den charlas para que sean ejemplo para otras niñas. Que salgan esas voces que demuestren a esas niñas que se puede conseguir. Me conformo con conseguir lo antes posible un local donde poder atender a las niñas.
P. – ¿Cómo van esas gestiones? – Al no tener aún 2 años de antigüedad no podemos optar a un local municipal. Gracias a Dios tenemos abiertas las puertas de la Universidad de Ciencias, y también dependemos ahora del Consejo Escolar, aunque nos caduca ahora la concesión. Diferentes colegios que nos ceden un espacio. Es muy complicado no tener un espacio propio, sobre todo para las que se presentan a la Universidad para dar ese empujón. Pero mientras les dure la motivación, hasta debajo de un árbol se aprende.
P.- ¿Qué fecha para ti es la más señalada para Dosta? – El día que la inauguré en La Térmica, el 12 de julio. Fue un día redondo, la presentación fue muy bonita y también vino el alcalde, que me hizo una ilusión enorme. Y fue antesala del premio que recibimos una semana después. Pero sobre todo el 12 de julio fue importante porque horas antes del acto me enteré del aprobado de las niñas. Escucharlas reír y llorar de emoción, me puse a saltar en la Diputación cuando me llamaron para contármelo. Ellas me hicieron conscientes de ver que el esfuerzo había tenido sus frutos. Lo han conseguido ellas, el esfuerzo es suyo pero yo estoy ahí. Aunque tú sabes que para mí la fecha clave es el 3 de junio, que fue cuando empecé a vivir de nuevo.
Vanessa Jiménez: Que lo bueno pese
P- Dices que mayo para ti es un mes muy malo, pero por todo lo que me has contado veo que ha sido como tu regeneración. – Sí, la verdad que sí. Pero es inevitable. Siempre dicen que lo malo pesa más que lo bueno. Es algo que tenemos que intentar cambiar, pero no lo puedo evitar. Cada vez que llega mayo pienso ‘Ay, este mes estaba malita’. Pero es lo que tú dices: en mayo también aprobé mi acceso a la Universidad, me dieron mi nota.
P.- ¿Por qué crees que cuesta tanto quitarse ese regusto amargo de las cosas malas que nos ocurren? – El dolor de una madre, de ver a mis padres sufrir por mí…, es complicado no acordarme de esos momentos. Pero también tienes razón en lo que dices, que debería empezar a mirar mayo como un cambio radical para bien en mi vida.
P.- ¿Qué piensas cuando se dice que el colectivo gitano es machista? – Dentro de la cultura gitana esa imagen de machismo no la vemos cierta. Somos uno. La gitana y el gitano van de la mano. Donde va uno, va el otro; lo que le duele a uno le duele al otro. Y la gran mayoría de los hogares gitanos somos así. Tenemos un valor y eso es así en todos los hogares y es el respeto. Nos respetamos mucho. La gitana respeta mucho al gitano y el gitano respeta mucho a la gitana, pero bueno, también hay de todo.
P.- A ti te ha ayudado mucho tu marido. Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, pero también detrás de una gran mujer hay un gran hombre. – No está detrás, está a mi lado. Yo sin él estoy coja. Sé que decir esto es contrario a lo que defienden muchas feministas, pero digo la verdad. A mí me complementa igual que le complemento yo a él. Así es.
P.- ¿Cómo se toma el café Vanessa Jiménez? – Con leche y dos cucharaditas de azúcar, que yo soy muy dulce (risas).
Gestionar el consentimiento de las cookies
Para ofrecer las mejores experiencias, utilizamos tecnologías como las cookies para almacenar y/o acceder a la información del dispositivo. El consentimiento de estas tecnologías nos permitirá procesar datos como el comportamiento de navegación o las identificaciones únicas en este sitio. No consentir o retirar el consentimiento, puede afectar negativamente a ciertas características y funciones.
Funcional
Siempre activo
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos.El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu Proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.